El guapo de la barra

Lo que otros callan por temor o timidez, aquí se lo dice sin anestesia. Es comentarista de fútbol de EL COMERCIO.

Alejandro Ribadeneira

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central. Es periodista desde 1994. Colabora con el Grupo El Comercio desde el 2000 y se ha desempeñado en diversos puestos desde entonces. Actualmente ocupa el cargo de Editor Vida Privada.

El 1x1 luego del papelón de Ecuador ante Messi

​Estas son las notas que merecen los jugadores de Ecuador luego de caer 3-1 ante Argentina, en el cierre de las eliminatorias.

Máximo Banguera, 3/10
No hizo nada extraordinario. Estático en los tres goles. Tapó un par de disparos que de todos modos iban hacia su cuerpo, pero nada para decir que estamos ante el arquero del futuro.

Pedro Velasco, 1/10
Por su costado, el ‘Fideo’ Di María encontró una autopista libre de obstáculos. Fue protagonista principal del primer gol y no ayudó en la cobertura del segundo ni del tercero. De hecho, no ayudó en nada.

Darío Aimar, 1/10
Un costal de nervios y desaciertos. Al menos podrá decir a sus nietos que tuvo el honor de darle un balón ante Messi para el gol que rescató a Argentina del papelón. Lo dirá en la chimenea y mientras se abren los regalos de Navidad. “Yo hice dupla con Messi”, les dirá, orgulloso.

Robert Arboleda, 1/10

Fue el central más acertado hasta el tercer gol, cuando Messi se lo llevó de la manito, asombrado de que un jugador tan alto no hiciera nada por detenerlo; no garantizó total cobertura cuando sus compañeros fallaban.

Cristian Ramírez, 3/10
Muy poquito en ataque y en la marca; no fue el avión que se esperaba por el costado izquierdo pues no logró trasladar la pelota con la dinámica que se requería. Lanzó un disparo más débil que pelota de bádminton hacia las manos de Romero.

Renato Ibarra, 2/10
Demasiado fue el peso de reemplazar al gran Antonio Valencia, no se proyectó en el ataque y tampoco pudo hacer una sociedad con Velasco para tejer algo, aunque sea unas chambritas.

Jefferson Intriago, 0/10
Pasa a la historia como el volante de contención que quiso marcar a Messi. Quiso. ‘Leo’ lo desparramó a placer. A eso se suma su paquidérmico retroceso.

Jefferson Orejuela, 1/10
Al igual que Intriago, fracasó en su empeño de copar los espacios y destruir el juego del rival. Tampoco pudo generar juego y tuvo la agilidad de un refrigerador en el retorno.

Romario Ibarra, 4/10
Buena, estupenda definición en el gol de apertura; lástima que no volvimos a verlo con reales opciones pero corrió por todos los frentes, intentó conexiones ofensivas, ganó la raya de fondo. Luchó.

José Cevallos hijo, 0/10
Tenía la misión más importante, la de dar claridad al equipo con la pausa y la distribución de la pelota, pero le quedó enorme este trabajo. Abrumado por el desarrollo del cotejo, no estuvo en el campo de juego ni a los 45 minutos.

Roberto ‘La Tuka’ Ordóñez, 3/10
Pivoteó con acierto para el gol de Romario, pero luego le costó bastante aparecer con reales opciones de gol. Se le escapó un balón. Otros le llegaron viboreantes o divididos. En el segundo tiempo fue borrado.

Enner Valencia, 3/10
Entró y recompuso en parte la ofensiva de Ecuador, los argentinos lo perseguían y se asustaban cuando el espigado delantero corría en diagolan. Pero no hubo mucho más porque Enner no pudo asociarse con ‘La Tuka’ y en términos prácticos no pesó para desnivelar el cotejo.

Los demás, sin nota.

Jorge Célico, 1/10

Destruyó la pomposa renovación con un esquema que solo duró 37 segundo. No envió a los hombres correctos para tapar a Messi ni para asustar a Romero. Perdió la guerra en el mediocampo rápidamente. Pero lo peor es que no llamó ni para la banca de suplentes a los pobres muchachos que se entrenaron en Quito, engañados de que iban a integrar un equipo “de altura”. En los hechos, Aimar no es más que Achilier ni Intriago más que Noboa, por nombrar algunos. Es verdad que las circunstancias exigían algo de improvisación, pero Célico se equivocó en todo y superó a Sampaoli en mostrar la alineación perfecta para Messi. Al manos, esto también deja muy mal parado a Carlos Villacís, quien tendrá que dar una buena explicación ante este papelón. La meta era cerrar con dignidad. No fue así.