El banco de los afiliados del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (Biess) empezó a operar en octubre del 2010. La entidad maneja los ahorros por fondos de reserva, jubilación, cesantía de 3,4 millones de ecuatorianos. El Biess es la entidad financiera más grande del país. Por sus cuentas circulan más de USD 20 000 millones. Y, sin embargo, no sabemos su situación real.
Un diagnóstico efectuado por las actuales autoridades del banco revela que la información contable no es fiable ni transparente, y que no se maneja siguiendo parámetros internacionales. Los datos no son reales, sino aproximados.
Un ejemplo de esos problemas es el manejo de la cartera vencida, donde los procesos de registro son deficientes e incompletos. Esa cartera, que se pensaba era de USD 400 millones, en realidad ascendía a 640 millones. Y la tasa de morosidad no era de 7,8% sino del 10,31%.
Si no existe información confiable, las autoridades no pueden tomar las decisiones que se necesitan para mejorar la gestión de los dineros de los afiliados. Pese a eso, el manejo de la contabilidad del Biess ni siquiera se asemeja a la de cualquier banco privado en el país y esto se debe a un problema legal.
El Biess se rige por una Ley especial, la cual obliga a realizar la calificación de riesgo como administrador, pero no se evalúa a cada uno de los fondos que maneja.
Por eso, los problemas contables registrados no se reflejan en la calificación del banco, que es AAA- . Esa nota que, en principio, muestra una fortaleza financiera, no evidencia la salud de la operación de los fondos. Cada uno de ellos debería tener una calificación de riesgo propia, pero eso no existe.
Los problemas de contabilidad del Biess se arrastran desde el 2013, según las actuales autoridades. La mejora de los procesos requiere estabilidad administrativa (el banco registra 13 gerentes en nueve años) y que la Superintendencia de Bancos deje a un lado la pasividad y haga un mejor control.