Ecuador está en el grupo de países de la región a donde resulta más caro exportar. El país impone una tasa promedio ponderada de arancel del 7% a los productos procedentes de otras economías, la más alta de la región junto a Venezuela (11%), Brasil (8%) y Argentina (7,9%), según datos del Banco Mundial.
Si solo se saca el promedio simple, es decir, sin considerar la cantidad de productos que adquirimos del exterior, la tasa en Ecuador llega en promedio al 12,2%. La media de la región es del 3,4%.
En el inicio de la lista, con la tarifa más baja, está Chile que impone 0,5% en promedio ponderado. Pero Ecuador es un país dolarizado y las divisas se vuelven vitales. La adopción del dólar como moneda oficial debía estar acompañada de una serie de medidas para garantizar la vigencia de este esquema monetario. La más importante: un sector productivo capaz de responder con eficiencia a una economía global.
La tarea no se hizo y durante la última década la política gubernamental se concentró fuertemente en evitar la salida de dólares, sea a través de aranceles o salvaguardias que encarecen las importaciones o mediante el impuesto a la salida de divisas.
Poco se hizo por la apertura de nuevos mercados para las exportaciones. Los acuerdos firmados no diversificaron ni potenciaron otros destinos. Por el contrario, el 75% de la oferta exportable del país aún se concentra en 15 productos primarios como el petróleo, el banano, el camarón, las flores.
Algunos como el sector camaronero optaron por la tecnificación para ganar mercados.
El Gobierno habla de recuperar el tiempo perdido. Existen avances en el acercamiento con EE.UU., el principal socio comercial, y se trabaja en el ingreso de Ecuador a la Alianza del Pacífico. Sin embargo, aún no se conoce con claridad hacia dónde va la agenda comercial y cuál es el modelo económico que se persigue, lo cual se refleja en las actuales tasas arancelarias. Una agenda coherente permitirá que Ecuador se integre a un mundo global.