Deterioro del empleo
El efecto de la pandemia en el mercado laboral es devastador. Antes de la crisis, más de la mitad de ecuatorianos ya se encontraba en un trabajo informal o en el desempleo.
La crisis sanitaria empeoró esos indicadores. Una de las más recientes cifras que da cuenta de esta realidad fue entregada por el Banco Central. Según la entidad, unas 335 315 personas perdieron su empleo entre marzo y mayo del 2020.
Eso representa 4,1% de la Población Económicamente Activa (PEA) a diciembre de 2019, último dato disponible. Atrás de esos números están familias que no solo se han quedado sin ingresos para asegurar sus necesidades básicas, sino sin el derecho a una vida con dignidad. Los sectores más afectados son comercio, transporte, turismo, servicios e industria manufacturera.
Quienes no han perdido su empleo vieron afectados sus ingresos. Las remuneraciones en el país cayeron en esos mismos meses, debido a la reducción de la jornada que se aplica en el sector privado y parte del público. Con ello, los hogares hacen esfuerzos para cubrir sus gastos y deudas.
Las salidas a la problemática respondieron a la urgencia y no a un cambio integral. Ejemplos de ello son la Ley Humanitaria, que se aprobó en junio pasado para flexibilizar la jornada y, con ello, reducir los costos por nómina; o el acuerdo aprobado la semana pasada por el Ministerio del Trabajo para ampliar el contrato por obra (con tiempo definido y que no contempla costos por despido) a todas las actividades productivas.
Ecuador necesita una estrategia para atender los desafíos del mercado laboral. Tal vez es hora de volver la mirada al sector agrícola y rural, como áreas claves para generar empleo y exportaciones. Otro reto es mejorar el y potenciar el teletrabajo, no solo para abrir oportunidades de empleo sino para garantizar los derechos laborales.
El tema merece ser tratado con seriedad, más, ahora que el país se acerca a un nuevo proceso electoral.