El Ministerio de Trabajo no marca un camino claro a seguir en materia de teletrabajo. Los Acuerdos 214 y 215 que emitió el viernes anterior dan la potestad al empleador, tanto del sector público como privado, para decidir el retorno de los trabajadores, inmunizados o no, a la oficina.
El teletrabajo nace de un acuerdo entre el trabajador y el empleador. Esa es su naturaleza. Pero los dos Acuerdos dejan la decisión solo en manos del empleador y no del trabajador.
Los acuerdos, además, no mencionan que el trabajo en casa debe seguir fomentándose y eso pueden conducir a los empleadores a pensar que el regreso a la oficina es inmediato, cuando el Gobierno ha hablado de que este retorno debe ser progresivo. No es un detalle menor, sino fundamental debido a que la pandemia aún no ha concluido, hay nuevas variantes y la mayor parte de la población aún no ha recibido la vacuna.
De hecho, el teletrabajo emergente sigue vigente, pues el Acuerdo 181 que lo regula no ha sido derogado.
Los acuerdos 214 y 215 plantean desafíos de carácter social, ya que ponen en apuros a los trabajadores que tienen hijos, ya que las clases presenciales en escuelas y colegios aún no se han retomado. La Guía de Retorno Progresivo al Trabajo Presencial aprobado por el COE Nacional ha señalado que uno de los padres puede quedarse en teletrabajo si tiene hijos pequeños, pero ya hay casos de trabajadores que han recibido la disposición de sus empleadores de volver a la oficina desde este mes. Los padres que no tengan recursos para contratar personal de cuidado enfrentarán el dilema de dejarlos solos en casa o dejar el trabajo. En diciembre pasado, datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Inec) revelaban que unas 167 000 mujeres decidieron dejar de laborar para asumir los cuidados de los hijos o personas vulnerables, una cifra que puede incrementarse ahondando aún más las brechas de género en el país.
Es verdad que el teletrabajo emergente se aplicó de forma apresurada, sin procesos. Supuso desafíos que, sin duda, deben ser atendidos como la sobrecarga laboral, la falta de desconexión al trabajo, problemas de salud por mala postura o no tener las condiciones óptimas. Pero en un afán por una rápida reactivación de la economía no se está tomando en cuenta que también trajo beneficios para empresas y teletrabajadores como una mayor productividad, ahorro de costos, un mayor equilibrio entre trabajo y familia. Por tanto, el teletrabajo debe ser mejorado, no eliminado. Otros aspecto que no se ha tenido en cuenta son las inversiones que han hecho empresas y trabajadores para el teletrabajo que se dispuso hace más de un año para prevenir y frenar los contagios.
Y, hay una proporción de trabajadores en jornada reducida y con reducción de salarios que no tienen los recursos que supondrá el retorno a las industrias como gastos de movilización, comida, etc.
Una vuelta a la oficina sin tener en cuenta estos aspectos puede acarrear problemas sociales y de salud pública que terminarán afectando a las propias empresas y trabajadores.