Cuando en febrero pasado se presentó el primer caso oficial de covid-19 en Ecuador, el país claramente no estaba preparado para combatir esa amenaza. Según el Índice Global de Seguridad Sanitaria del 2019, Ecuador obtuvo una puntuación de 50,1 sobre 100, es decir, estaba entre los países que reportaban una débil preparación frente a una pandemia.
El estudio, desarrollado por la fundación NTI, la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos y The Economist Intelligence Unit, es la primera evaluación integral y comparativa de la seguridad sanitaria en 195 países. El índice analizó seis aspectos en los países para hacer frente a las amenazas infecciosas: prevención, detección y reporte, rápida respuesta, compromisos para mejorar la capacidad nacional, planes de financiamiento para abordar las brechas y adherirse a las normas mundiales, y medición de vulnerabilidades.
Aunque la calificación del país estuvo por encima del promedio mundial (40,2), la crisis de salud desatada por efectos del covid-19 probó que Ecuador estaba lejos de estar seguro. No fue el único, EE.UU. ocupó el primer lugar del ranking, pero la crisis evidenció que tampoco estaba preparado.
La Organización Mundial de la Salud emitió en 1999 los primeros protocolos para que los países puedan diseñar sus planes para enfrentar una pandemia. Esa guía se actualizó en el 2005 e incluye acciones coordinadas entre el Gobierno central, gobiernos autónomos y ciudadanía frente a una amenaza. Entre ellas, provisión de servicios de salud, simulación de situaciones de riesgo e incluso manejo de cadáveres.
Además, los países debían contar con fondos de ahorro de emergencia.
La referencia más reciente de un programa de este tipo elaborado por Ecuador y disponible en la web data del 2005. La crisis nos tomó desprevenidos.
Frente a ese escenario es fundamental que, una vez pasada la actual emergencia, el país aprenda de los errores y se prepare.