No se lo esperaban. La emisión de bonos el martes pasado por USD 2 000 millones causó sorpresa en el mercado externo.
Primero porque excede a los USD 1 750 millones en bonos que se habían presupuestado para el 2019. En enero pasado ya se colocaron USD 1 000 millones a una tasa de 10,75% de interés a 10 años.
El propio Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció en febrero pasado que, con el programa económico aprobado para Ecuador y el apoyo financiero de siete multilaterales, el país no necesitaría acudir nuevamente a los mercados en este año.
Pero el plan de ajuste acordado fue más lento de lo previsto. Algunas metas como la reducción del gasto en salarios se revisó para pasar los mayores esfuerzos al 2020.
Además, los ingresos registran un hueco de USD 1 000 millones porque aún no se ha concretado la concesión de activos públicos. En los próximos tres meses también se tendrán que afrontar importantes gastos como el pago del décimo al sector público, valores pendientes con jubilados y pago de intereses y amortizaciones de la deuda.
La reforma tributaria, próxima a enviarse, puede inyectar la liquidez que la caja fiscal requiere si los ajustes contemplan aumentos a los impuestos al valor agregado o a los consumos especiales. Pero el Gobierno y los asambleístas pueden no querer afrontar el costo político de la decisión.
Otras opciones, que no requieren pasar por la Asamblea, son ajustar los subsidios a los combustibles, que se llevan más de USD 4 000 millones al año. El Estado también puede echar mano de ajustes a los contratos ocasionales.
El Gobierno aún no ha anunciado qué camino tomará. Está previsto que está semana se definan las medidas, aunque es de presumir que la sociedad pagará parte de la factura de 10 años de gasto desmedido.
El Gobierno ha pedido comprensión por las decisiones que se aproximan, tal vez sería más fácil vender esa idea si el Fisco hace su parte y reduce, con más decisión, el tamaño del Estado.