Desde la tranquera

Desde la tranquera

El video y papelón de Agustín Delgado

En el proceso de actualización posterior a mi regreso de vacaciones me encontré con el tan comentado video en el que aparece el asambleísta y ex figura de fútbol, Agustín Delgado, interviniendo en la Asamblea Nacional. Debo confesar que de la incómoda ‘vergüenza ajena’ (uno de los sentimientos menos explicados por la ciencia) pasé a uno de profunda tristeza y desolación. Miré el video casi, casi como esos niños que medio se esconden tras el sillón para ver ciertas cosas enla T.V. que les da miedo.

Mi tristeza no se limitaba a ver el lastimoso espectáculo del mejor delantero ecuatoriano de todos los tiempos haciendo el ridículo sino al de un ser humano, cualquier ser humano, ridiculizado patéticamente.

Video: Youtube- canal Junior Herrera

Pero la tristeza duró poco, porque hay tristezas que no resisten ciertos procesos de razonamiento. El razonamiento, en efecto, me llevó de la tristeza a la indignación. Primero me indignó que alguien hubiera organizado las cosas de tal forma que Agustín Delgado hiciera un papelón al hacerle leer un discurso que evidentemente no lo había redactado él, cuando es obvio que cualquier asesor que esté más o menos cerca de él debe saber que es casi analfabeto o que tiene problemas para leer.

Luego pensé que la rabia debía dirigirla a otros ‘culpables’, quizá más culpables, del bochorno aquel en la Asamblea. Y pensé entonces que debía indignarme con quien tuvo la idea de candidatizar a Delgado, es decir Galo Mora quien supongo elaboró las listas de candidatos de Alianza País para el Asamblea. Busqué luego otros culpables del papelón y mi rabia llegó incluso al presidente Rafael Correa al que le indilgué la culpa de haber permitido que, bajo el pretexto de conseguir más votos, haya permitido candidatizar a una persona que claramente no tenía los atributos para ser asambleísta.

Dentro de esta indignación nacida de la tristeza, pensé que era inconcebible que a Delgado se le haya permitido leer un discurso cuando en casi todo parlamento, incluido el ecuatoriano, históricamente se ha prohibido leer las intervenciones. Esto como fórmula para evitar que los jefes de bancada proporcionen y así impongan los contenidos de las intervenciones a los parlamentarios. Recordé incluso cómo, durante la “partidocracia”, cuando un diputado quería que se leyera algo tenía que hacerlo con el permiso del Presidente del Congreso que ordenaba al secretario hacerlo.

Pero al final el círculo de la indignación se completó y no pude evitar indignarme con el propio Delgado. No hay cómo olvidar que fue él quien decidió ser candidato a asambleísta y que es imposible que no haya dimensionado lo que aquello involucraba. Delgado había tenido un paso algo viscoso de la vida de futbolista a ex futbolista. Con problemas de pago de impuestos y con un episodio algo obscuro como dirigente de un equipo de fútbol, uno podría pensar que Delgado buscó ser asambleísta para liberarse de esos fantasmas y para estabilizarse económicamente. Lo que no pensó es que una vez como asambleísta es empleado de todos los ecuatorianos y que no podía aceptar un desafío a cuya altura no estaba.

Agustín Delgado pudo haber sido víctima y es inevitable sentir tristeza y lástima al verlo. Pero no hay que dejar de lado que Delgado, como dignatario, tiene la obligación de ser responsable y, si no iba a ser capaz de ser parlamentario, porque no todo genio del fútbol está obligado a hacerlo, no debía aceptar la posibilidad de serlo.

Lo que vimos en video no solo fue el papelón protagonizado por una persona que no está capacitada para un trabajo por el que todos pagamos, sino la vergonzosa y profundamente triste condición del andamiaje social e institucional del Ecuador.

Luego vi que sus compañeros de Alianza País lanzaron un comunicado en el que reclamaban respeto para Delgado y hablaban de racismo en la forma en que la gente había criticado la presentación del ex ídolo del fútbol ecuatoriano. Respeto es lo que no tuvieron cuando lo escogieron para candidato pensando en utilizarlo como catalizador de votos por su pasado de estrella deportiva.