El llanto repentino, la irritabilidad sorpresiva, la falta de apetito, el cambio de actitud con familiares o amigos…
El Ecuador consternado por la muerte de un hombre monumental, llora profundo su partida hacia la eternidad. El doctor Jorge Salvador Lara, ilustre historiador, de riquísimo intelecto y auténtica veracidad. Importantísimo académico de la Historia y la Lengua que a su patria enalteció con devoto amor. Insigne hombre de fe ejemplar, testimonio viviente, del Evangelio pregonador. Elegante talla de respetable presencia en todos los espacios de nuestra sociedad. Excelentísimo señor Embajador representante del Ecuador en internacionales escenarios, dignísima imagen de nación.
Ha fallecido el señor doctor Jorge Salvador Lara, el patriarca de la patria, el erudito, historiados, filósofo, diplomático..., la terminología es escasa para poder analizar la férrea personalidad del inquebrantable señor doctor Salvador Lara. Hombre honesto de ejemplar pulcritud. Cuánta enseñanza aprendimos de él. Político de grandes quilates y desprendido; no nos permitió el honor de invocarle la más merecida frase: Excelentísimo Señor Presidente Constitucional de la República del Ecuador. Subió a los cielos requerido por el Todopoderoso. Desde el inmenso ventanal celestial ya nos está mirando, pendiente de su amado Ecuador. Solícito pedirá a Dios que nos libre de todos los males que nos aqueja. Estuve en la Basílica del San Gabriel en su partida, frente a la Madre Dolorosa, me acerqué ante su hijo Iñigo a presentarle mi inmensa condolencia.
Ha causado honda consternación el fallecimiento del ilustre ciudadano quiteño, Dr. Jorge Salvador Lara, Cronista Vitalicio de Quito quien, a fuerza de su férrea preparación, formación y honestidad, supo convertirse en preclaro ciudadano ecuatoriano y hombre público, merecedor de la admiración, respeto y estimación de muchísimos conciudadanos, pues él sirvió desde la cátedra universitaria; desde altas funciones del Estado como ministro de Relaciones Exteriores, diplomático, etc.; desde su labor como escritor especialmente de literatura histórica en que se destacó por la publicación de varios libros atinentes a su vocación: la historia, por lo cual fue el titular de la Academia Ecuatoriana de Historia y también de la Academia de la Lengua; se le conoció también como gran orador en el Congreso Nacional hace ya muchos años cuando estuvo en la política, siendo uno de los pocos legisladores polígrafos y de acentuada preparación cultural. Fue también columnista de EL COMERCIO. En sus últimos
Me ha conmovido la hermosa fotografía de Jorge Salvador Lara, publicada en EL COMERCIO del jueves, día 9 de febrero, con motivo de su muerte. El gigante sonreído, con ojos llenos de fuerza y dulce mirar, emerge entre sus libros y ancestros, afirmando, sobre todas las cosas, el valor de lo humano. Siento que el Ecuador se ha empobrecido, pero el cielo se ha ganado un gran hijo que, al fin y al cabo, eso es lo que somos. Los años convierten en nostalgia esta condición filial. Llega un momento en que ya solo queremos ser hijos mecidos por un amor paterno-materno que sea definitivo. Ojalá que esta nostalgia se convierta para todos en experiencia...".
La semana pasada partió el amigo Jorge Salvador Lara, un sabio, un hombre de bien, uno de los más destacados intelectuales ecuatorianos de los últimos años. Al fallecer era Presidente de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, como también de la de Historia. Y, en sus últimos años fue cronista de su querido Quito. Era un verdadero Homo Universalis Equinoccial, apasionado de la investigación, fuera esta histórica, política, diplomática, o literaria.
Conocí a Jorge Salvador en el Congreso Nacional de 1962. Elegido él por el Partido Conservador y yo por una coalición de fuerzas de centroizquierda y de izquierda -denominada Frente Democrático-, mantuvimos muchas y muy arduas discusiones ideológicas y políticas en el seno del parlamento.
El próximo 11 de mayo se hubiesen cumplido 42 años de la publicación de las columnas semanales de opinión de Jorge Salvador Lara en EL COMERCIO. Ese aniversario no se celebrará; ayer en la mañana, Salvador Lara murió en la misma ciudad que lo vio nacer, en el barrio de San Blas, el 4 de septiembre de 1926.
El 11 de mayo de 1970, por invitación de Jorge Mantilla Ortega, entonces director de EL COMERCIO, Jorge Salvador Lara ingresó como articulista de este diario. Con ello inició una columna que abordó los más diversos temas (en especial culturales) con esmerada sapiencia.
Hoy en la mañana falleció en Quito Jorge Salvador Lara, reconocido jurista, historiador, presidente de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, excanciller de la República y columnista de opinión de este Diario desde 1970. Los detalles de dónde se llevará a cabo su velación y sepelio aún no se conocen.
La figura del Viejo Luchador fue interesadamente opa-cada durante la prevalencia de la bancocracia (1912- 1925) y casi olvidada luego por el vaivén de la semianarquía imperante hasta 1939, época en la que el liberalismo, desplazado del poder, intenta por todos los medios volver a captarlo. Es durante la administración arroyista, última fosforescencia del Partido Liberal Radical, cuando insurge de nuevo el recuerdo de Alfaro, al compás de la celebración del centenario de su nacimiento que motiva un concurso de historia promovido por el Gobierno. De entonces data la bien lograda y mesurada biografía por el Dr. Jorge Pérez Concha, ‘Eloy Alfaro. Su vida y su obra’, aparecida en 1942 y publicada en los Talleres Gráficos del Ministerio de Educación, al igual que otras obras laudatorias como los ensayos de Alejandro Andrade Coello, Ricardo Darquea, Víctor Palacios y Eugenio de Janon Alcívar, todos ellos publicados en las imprentas del Estado y caracterizados por la ponderación a veces hiperbó
Revisando periódicos e índices bibliográficos sobre la figura de D. Eloy Alfaro, aún podemos ampliar la abigarrada enumeración, ensayada en mi artículo anterior, sobre las causas remotas y próximas de los apocalípticos sucesos del 28 de enero de 1912. Y no tienen más antecedente, un siglo atrás, que la muerte del anciano Conde Ruiz de Castilla, corresponsable de la masacre del 2 de agosto de 1810, quien fue arrastrado por las turbas desde su refugio en el Convento de El Tejar hasta la Plaza Grande, donde acabó de morir. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que desde hace 100 años el mito alfarista y el respectivo antimito no han hecho sino crecer.
La experiencia demuestra que, sin voluntad expresa, cada día juzgamos los hechos ocurridos, indiferentes, buenos o malos. Y aunque no siempre estamos obligados a dar a conocer nuestra opinión, pronto los indiferentes pasan al olvido y nuestra memoria clasifica los otros como días ‘fastos’, si predominó lo bueno, y ‘nefastos’, si lo malo. El don de la comunicación hablada o escrita informa, a veces al instante, en cada charla o periódico, sobre tales opiniones: pronto desaparecen también si no son importantes y se afincan en el recuerdo si son perdurables, más aún si tienen fuerza suficiente para integrar la memoria colectiva, es decir la historia, auténtico registro de los hechos socialmente trascendentes. Cada ser humano guarda en su memoria lo que le es particularmente significativo. Cada comunidad (de familiares, artesanos, obreros, cooperativa, sindicato, parroquia, región o país) ahonda en recuerdos positivos, que fortalecen sus fines, personalidad social e identidad colectiva; y
El arzobispo de Quito, Primado del Ecuador, Mons. Fausto Trávez, en ceremonia sin precedentes en la historia nacional, luego de celebrar la Santa Misa en la Catedral Metropolitana, impuso al Vicepresidente Constitucional de la República, Lic. Lenín Moreno, la condecoración Fray Jodoco Ricke, recién instituida por la Conferencia Episcopal. Destacados miembros del clero arquidiocesano, secular y regular, acompañaron a su Prelado en la Eucaristía, seguida con fervor por numeroso público que quiso acompañar al Segundo Magistrado en este reconocimiento que la Iglesia hace a su extraordinaria obra de beneficio social en servicio de los más necesitados y de apaciguamiento cívico ejercido no obstante las dolorosas limitaciones físicas que padece, víctima de grave atentado delincuencial que casi se cobra su vida, recién cumplidos 45 años, impidiéndole desde entonces caminar por sus propios medios. Destacados miembros del Gabinete ministerial, presididos por el Canciller y el Ministro de Defensa
Selecta y nutrida concurrencia llenó el Aula Benjamín Carrión (Washington y Páez) para asistir, el pasado miércoles 19, a la sesión pública solemne de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, la más antigua de las entidades culturales del país, y recibir al nuevo académico correspondiente, embajador Jaime Marchán Romero, quien se posesionó de su curul con la lectura reglamentaria de un discurso, sobre un tema por él propuesto y aceptado por el Directorio: “El Ecuador y Moby Dick, obra cumbre del novelista norteamericano Herman Melville”.
A las cinco de la tarde de anteayer, sábado 3 de setiembre, con asistencia de numerosa y selecta concurrencia, se celebró una misa solemne en el Cementerio General de Guayaquil, con ocasión del traslado a un severo mausoleo, expresamente construido, de los restos mortales del ex-Presidente de la República Dr. Carlos Alberto Arroyo del Río y señora Elena Yerovi de Arroyo. El odio político y la inverecundia, por desgracia tan frecuentes y difíciles de vencer en países como el nuestro, se ensañaron contra el Presidente Arroyo sin tomar en cuenta ni los aspectos positivos de su rica y v vigorosa personalidad ni las dolorosas y difíciles circunstancias en que le tocó gobernar. Vienen a mi memoria, también en este caso, las palabras que escuché a uno de los personajes más ilustres del Ecuador, que me honró con su amistad, cuyo nombre se repetía, cada cierto tiempo, como candidato idóneo para la primera magistratura, posibilidad que nunca aceptó: “No deseo ni a mi peor enemigo que llegue a la
Siguiendo el ejemplo del propio Cristo y de sus predecesores, también el Papa Benedicto XVI convoca a la juventud a reunirse con él, esta vez en Madrid. Muy jóvenes eran los pastores que anunciaron su nacimiento en Belén, proclamando con inefables voces "¡Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad!". Apenas tenía Jesús 30 años cuando inició su vida pública y reunió en su torno al grupo inicial de apóstoles, todos menores que él, a quienes confió la misión de "ir y predicar en todo el mundo". "Dejad que los niños se acerquen a mí" fue siempre la amorosa orden del Nazareno. Jóvenes, en su mayor parte, cuantos le recibieron en su entrada triunfal en Jerusalén aquel Domingo de Ramos. Y Esteban, el primer mártir, ofrendó su vida cuando acababa de entrar a la hombría. Desde entonces la juventud ha sido privilegiada en la evangelización. Veinte siglos después se mantiene igual la preocupación de la Iglesia por los jóvenes. La Acción Católica, vigorizada por Pío XI, pos
Una de las contribuciones más importantes a la condigna celebración del Bicentenario de Quito es la serie editada por el I. Municipio, bajo la denominación de ‘Biblioteca básica de Quito’, a través del Fonsal, sobesaliente estructura edilicia hoy denominada Instituto Metropolitano de Patrimonio. Formando parte de esa serie y enriqueciéndola se destacan los libros del notable investigador, escritor y publicista Dr. Fernando Jurado Noboa, autor de una copiosa y rica bibliografía que abarca ya 84 títulos, siempre sobre temas históricos puntuales aunque de preferencia genealógicos, con aportes fundamentales para el conocimiento de nuestra realidad social. Sus méritos y trabajos han sido públicamente reconocidos por la Academia Nacional de Historia, en la que es miembro numerario y fue secretario, y por la Academia de Historia de la Medicina, pues no debe olvidarse que este fecundo investigador de nuestro pasado es, ante todo, médico psiquiatra, destacado profesional, doctorado en la Univer
En días pasados tuve el honor de recibir la visita de un ilustre personaje de la vida cultural del Brasil contemporáneo, don José Roberto Faraco Braga, más conocido como Beto Braga; nacido en el corazón de San Paulo, quien recorre por segunda vez el continente americano desde el austro hasta el septentrión impulsado por el afán de promover el reconocimiento de las Américas a tres héroes brasileros del siglo pasado, que concibieron la idea de unir los extremos norte y sur del Nuevo Mundo con una carretera transitable por automóviles, pues justamente en su época, hacia 1927, el extraordinario Henry Ford había comenzado la producción en serie de su primer vehículo motorizado, conocido con el nombre, para perpetuar el suyo, de “Ford T”.
Cuando quien esto escribe cursaba su educación primaria y secundaria en la remota década de 1933-1943, los textos escolares de historia ponían especial énfasis en la palabra 'conquista' que creaba en los estudiantes una psicología de frustración y anticipada derrota: la conquista de los incas, la de los españoles...