Volver a Mataje

EL COMERCIO volvió a Mataje el 11 de octubre del 2018. Foto: Dimitri Barreto P.
Los 17 kilómetros de vía asfaltada, con señalética y ciclovía, y el puente de 68 metros a una peña en Colombia costaron USD 12 934 738. Lo precisa el letrero de la entrada a Mataje, con el tricolor del Plan Reconstruyo Ecuador, proyecto emblemático del régimen de Rafael Correa para administrar los fondos recaudados tras el terremoto del 16 de abril del 2016.
El asfalto cubrió al lastre del sendero que conduce a San Lorenzo pero no acercó a Ecuador con la parroquia, con el primer retén militar fijo a 2 kilómetros al interior de la frontera, como desde hace 14 años, sin autoridad judicial ni puesto policial; sin legaciones ministeriales, aunque con un centro de salud que no atiende sábado y domingo y un centro educativo sin lugar para adolescentes.
La escuela Mi Patria acoge a 74 niños de 4 a 14 años, hasta séptimo de básica. En Mataje no hay colegio, secundaria ni bachillerato. En una pared del Centro de Salud está pegado el ‘censo real’ de población, por edad y género. Hay 174 habitantes (102 hombres y 72 mujeres) de entre 15 y 19 años en la cabecera parroquial de Mataje y sus seis comunidades: El Pan, Campanita, Las Delicias, La Cadena, Labores Agrícolas y Mataje Alto.
681 niños tienen menos de 14 años; 40 menos de 23 meses de edad. La parroquia tiene 751 mujeres. La violencia cambió para siempre la vida en ese territorio, con sus casas turquesas, fucsias, verdes, azules, blancas, lilas, beige o color cemento con candados en los cerrojos y tablas en las ventanas; con desplazamiento de una comuna a otra o hacia Colombia. El ‘mapa parlante’ dibujado a lápiz por niños, también en la cartelera del Centro de Salud, muestra el ‘Camino a Puerto Rico’ como trazo final, la vereda que los servicios de Inteligencia decían era el refugio de ‘Guacho’.
Por documentar el abandono de la frontera y la conexión con una zona sembrada con hoja de coca, las vidas de Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra fueron apagadas. Hoy, a los siete meses de su secuestro, este espacio insiste en que los periodistas no van a Mataje por heroísmo sino para tender puentes, para relatar hechos que de otra forma no saldrían a la luz.