Derechos Humanos

COLUMNAS DE OPINIÓN. Artículos de derechos humanos publicados originalmente en la página de opinión de la edición impresa de Diario EL COMERCIO.

Dimitri Barreto P.

Periodista desde 1996. Ha cubierto los efectos del conflicto armado colombiano, la corrupción y la violencia en Ecuador. Licenciado en Comunicación, con un diplomado en la UNAM sobre cobertura del crimen organizado. Macroeditor de EL COMERCIO. @ECdimitri

‘Viva la Patria’

Instituciones que se hacen de la vista gorda. Eso tienen en común los actos de corrupción y la vulneración de derechos humanos, dos atrocidades intrínsecas que socavan una democracia. Lo ocurrido en Ecuador con el uso de recursos públicos en la emergencia del covid-19, en el restrictivo marco del estado de excepción, solo ha sido correr el velo de una crisis lacerante, silenciosa, la de valores.

Mal usar los fondos de todos en una crisis de salud que ha cobrado miles de vidas, cuando el Estado acude a deudas para sostenerse y aprueba normas para ajustar hasta la economía de los trabajadores, es repudiable, por decir lo menos. ¿Crisis de valores? Sí; endémica, legado de gobernantes que han burlado la Justicia o no han estado a la altura.

Lo cierto es que Ecuador se encuentra entre los países que muestran mayores niveles de tolerancia a la corrupción en la región: una de cada cuatro personas justifica el pago de sobornos (25,4% de la población), por encima de México (16,9%), Perú (16,5), Colombia (10,4), Brasil (10,1) o Argentina (9,9), según el Barómetro de las Américas del Proyecto de Opinión Pública de América Latina, de Vanderbilt University, difundido a inicios de este 2020.

La Corporación Latinobarómetro (Chile, 2019) refiere en otro estudio que al menos cuatro de cada diez ecuatorianos (44%) están dispuestos a “pagar el precio de la corrupción para solucionar problemas”. ¿El precio?

El Latinobarómetro cuestiona que la generalizada corrupción no forme parte del debate público. ¿Debate? Construir políticas públicas, no solo palabras ni populismo penal; ir a fondo en los programas de educación, por ejemplo, cuyos textos escolares, tres años más tarde, aún evocan a ‘revolución ciudadana’.

47% de la población ecuatoriana está dispuesta a callar frente al soborno (Latinobarómetro). Señores, la corrupción es el ancla del país; se requiere más que palmaditas frente a la tarea de la Fiscalía. Claro, tendrán que estar dispuestos a rendir cuentas -con escrutinio público, no con discursos de ‘viva la Patria’- y a dejar de tolerar el cinismo.