Muchos lo sabemos: lo hemos escuchado o nos lo han contado, que ‘Al Baldi’ no le simpatizan los ciclistas, los atletas o aquellos que ‘alteren’ su cotidianidad.
Hoy, 14 de septiembre, volvió a pedir que salgamos de las calles y que nos limitemos a disfrutar del deporte en un parque u otro sitio alejado, donde no le molestemos, donde no nos pueda ver.
Me incluyo en ese “nos”, porque fui parte de los 3 000 deportistas o aficionados del deporte que el pasado domingo participamos en la Maratón de Quito, una pedestre que la tenía pendiente y que después de cruzar la meta me hizo sentir como una triunfadora. Y no me sentí así porque llegué en el primer, segundo, tercer… o entre los 100 primeros lugares. Me adjudiqué ese título porque en 21 kilómetros vencí mis miedos y porque mejoré mis tiempos. Creo que eso es lo que a muchos de nosotros nos motiva a inscribirnos en las carreras.
Por eso pagamos una inscripción, por eso nos preparamos y por eso pedimos un poco más de respeto, de tolerancia. No se olviden que también pagamos impuestos, una acción que nos permite hacer uso de todos los espacios públicos que deseemos.
Este no es un blog para expresar quejas, sin embargo, me lo tomo por esta ocasión para decir que no me parece justo que personas como él, que gozan del cariño de miles de radioescuchas – ya sea por su particular forma de expresarse o por su amplio conocimiento del deporte- se expresen así de nosotros, que busquen apartarnos de las calles o simplemente de refundirnos en un parque.
Y no es justo porque el discurso se multiplica en la familia, entre los amigos o entre quienes lo escuchan… Y eso, con el tiempo, pudiera traer acciones negativas para quienes hacemos uso de las vías para mantenernos sanos. ¿Le hacemos daño a alguien? Yo sé que la respuesta es NO. Sin embargo, el domingo pasado, sobre las avenidas América y 18 de Septiembre, una señora quiso hacernos creer que sí, después de hacer eco de aquel malestar que siente ‘El Baldi’.
Ella, en un tono de pocos amigos, gritó: por qué no se largan a correr al parque. Estaba molesta, contrariada.
Yo la escuché y durante el recorrido la recordé. Otros corredores la miraron y otros murmuraron. Mientras avanzaba por esa avenida me pregunté: ¿qué habría pasado si algún corredor estaba igual de aturdido y reaccionaba?
Sin duda habríamos visto una escena más triste todavía.
Más adelante, una mujer que conducía su auto sobre las avenidas Amazonas y Naciones Unidas, pidió a miembros de la Policía Metropolitana cortar la cinta de seguridad de color amarillo para atravesar la calle. Se demoró unos minutos en entender que era imposible hacerlo.
Me pregunto: ¿habría atravesado la calle si no estaban los policías metropolitanos?
Quiero pensar que no. También quiero pensar que el discurso de ‘El Baldi’ no es más que una acción para generar polémica y aumentar el ‘raiting’ de su programa. Y por eso le propongo correr junto a él unos cinco kilómetros.
Después de sentir esa experiencia, estoy segura de que con el ‘poder=micrófono’ que ahora posee calmará los ánimos de quienes nos quieren alejar de las calles.