Las noticias del Medio Oriente entre israelíes y palestinos nos confunden. Los semblantes de los niños y mujeres, las bombas que surcan el espacio, los desalojos y la destrucción cunden por todas partes. ¿Por qué la violencia y no la paz prevalecen en un mundo castigado por la inequidad, el hambre y la injusticia? ¿Qué nos dicen estos acontecimientos a los ciudadanos del Estado llano?
Palestinos inspeccionan las ruinas de la casa de la familia Al-Dalow después de un ataque aéreo israelí en respuesta a cohetes lanzados desde la Franja de Gaza. Foto: EFE
El tema de la violencia es complejo, pero lo abordaré desde la esfera más amable: la psicología social. Algunas pistas son proporcionadas por el Dr. Luis Valdéz S.J., de origen mexicano, quien ofreció un taller interesante sobre desarrollo humano y la negociación de conflictos. La idea es clara: transformar los conflictos en oportunidades de crecimiento. Una premisa fundamental: mucha gente piensa que una persona puede cambiar a otra, simplemente, porque lo ama.
Esta es no solo una equivocación sino un mito que debe ser eliminado, según el especialista Luis Valdéz. ‘No podemos cambiar a los demás, sin cambiarse a sí mismo’, expresa. El primer paso, por lo tanto, es conocerse a sí mismo (auto conocimiento), pero con sinceridad y autenticidad. Pero, ¿por qué existe tanta violencia, tanta agresividad en los hogares (violencia doméstica), en las calles (la fauna urbana), en la política (los desacuerdos estructurales)?
Los conflictos son normales
Los conflictos, dice el Dr. Luis Valdéz, son normales en los grupos y todas las comunidades. Mas, algo interesante es que ‘los conflictos nos regalan aprendizajes’. La pregunta clave es: ¿cuál es mi responsabilidad en el conflicto?
Valdéz sostiene que ‘todos tenemos un ego, que nos identifica con lo que no somos’. Dicho en otros términos: en ocasiones pregonamos ‘yo soy mis ideas’, y esta es una fuente de conflictos. ‘Ninguna crítica que te han hecho –por injusta que sea- no te puede quitar tu esencia. Sigues siendo el mismo: tan valioso como eres, mientras el que ofende queda en desventaja. Usa entonces la no violencia-activa, la asertividad (ser positivo)’.
Manejo de las diferencias
Los conflictos nacen por la polaridad que ha impuesto la cotidianidad: luz, sombra; noche, día; alegría, tristeza; blanco y negro… Pero la vida es un arco iris de posibilidades, una diversidad. En ese sentido, el conflicto no es bueno ni malo; es la manifestación de las diferencias. Sin embargo, la educación tradicional nos ha hecho pensar y sentir que el conflicto es malo. El problema central es entonces el manejo de las diferencias. ¡Es que los diferentes son también buenos!
Los problemas de relación
Según el especialista Luis Valdéz ‘la violencia surge por los problemas de relación’. La vida nos ha enseñado –y se halla fortalecida por un tipo de educación- que establece que lo ‘mayor’ es bueno y que lo ‘menor’ es malo por ser inferior. Lo ‘mayor’ corresponde al dominio, a la autoridad, al poder; lo ‘menor’ generalmente se refiere al sumiso, al dominado.
En el juego de relaciones el ‘menor’ quiere ser ‘mayor’ a toda costa, y la lucha desigual provoca conflictos y luego violencia. Y así se perpetúa el sistema. El cambio, el verdadero cambio consistiría en que el ‘menor’ conozca al ‘mayor’ y maneje bien las diferencias. Un punto de partida es ‘ser duro con los conflictos, suave con las personas’. Otra lección, asimismo importante, es que ‘no debo obedecer cuando no sea justo’.
No olvidemos que el ámbito institucional puede generar también reacciones violentas. El medio escolar es uno de ellos; también ciertos gobiernos.
Estrategias
Se sabe que cuando hay violencia, las dos partes pierden. Por lo tanto, la violencia no es un buen ‘negocio’. Roger Fisher plantea tres estrategias universalmente conocidas: ‘ganar-ganar’, lo óptimo, que equivale a la no violencia activa; ‘ganar-perder’, desventajoso para una de las partes; y ‘perder-perder’, que es destructivo y puede llegar a la violencia física. No obstante, existen dos estrategias específicas muy valederas: el trabajo ‘casa adentro’ –el interior de las personas- y la mediación de los conflictos.
En resumen, el auto conocimiento es clave para discernir un conflicto, más con ideas que con sentimientos, poniéndose en lugar de los otros (empatía). La evasión, la dominación, la sumisión, el compromiso y la colaboración existen, y deben ser clarificados. La violencia es un fenómeno cultural, cuyo origen no siempre es la genética sino lo aprendido. El fenotipo tiene más fuerza que el genotipo. La nueva educación puede ser un medio efectivo para romper el círculo vicioso de ‘mayor’ – ‘menor’, que reproduce los desniveles.
Preguntas y respuestas
¿Se ha inventado una pedagogía para educar para la paz o la no violencia activa? ¿Qué pasa en los hogares que sufren la violencia intrafamiliar? ¿Qué dispositivos hemos creado para frenar la inseguridad, hermana mayor de la violencia estructural?
Entretanto la gente sigue muriendo en guerras inútiles, en pleno siglo XXI, mientras los que venden armas jamás son auditados, y los políticos continúan ‘sesionando’ y ‘negociando’ treguas que jamás se cumplen. Es urgente, a nivel internacional, plantear una reforma integral de las Naciones Unidas, y que la ONU sea realmente UNO. Y en el frente interno buscar respuestas asertivas, espacios de diálogo y comunicación, en cada familia, que nos permitan apreciar, respetar y cultivar la diversidad, como dice el experto Luis Valdéz.