El líder ruso ironiza sobre Venezuela. Simula no recordar el nombre de Juan Guaidó y piensa que es de locos reconocerle como presidente de Venezuela.
En diario Perfil encontramos una versión de su respuesta. He aquí:
‘¿Cómo se llama el autoproclamado? Gu… Guaidó. Es simpático, estoy bien con él, soy neutral’. Criticó Putin que se haya proclamado en una plaza como presidente mirando al cielo y ante Dios… ‘Me gustaría preguntarles a los que apoyan esto ¿se han vuelto locos? ¿Tiene que haber reglas no?’.
Qué razón tiene Putin. Tiene que haber ciertas reglas. Entronizar en el poder la dictadura chavista, simular elecciones, controlar al poder electoral, reprimir al pueblo, mantener un sistema político sin libertad de expresión, encarcelar a críticos. Abusar de las fuerzas armadas con una cúpula llena de privilegios. Estos entre otros asuntos salen de toda regla.
Tal vez el comportamiento de Nicolás Maduro le parezca al líder ruso menos grave. Y le parezca una locura que 60 países y varias figuras democráticas apoyen a Guaidó como presidente interino para reencauzar una transición democrática.
La parece bien hacer una pinza con Xi Jinping contra Estados Unidos. Quizá esta es la nueva versión de la Guerra Fría en tiempos de la sociedad del conocimiento y con batallas comerciales y tecnológicas por doquier.
¿No es una locura que el ex jefe de la KGB soviética ahora defienda a un caudillo duro, heredero de Hugo Chávez y quien se enquista y aferra al poder contra toda lógica?
Putin es el mismo mandatario que decidió invadir Crimea para reclamarla para el nuevo imperio ruso. Es el mismo que tensó cuerda de las relaciones con la Unión Europea.
Y no es casual acaso que Putin y Xi Jinping vean a Venezuela como su propio patio trasero. También parece inopinado cualquier intervención norteamericana y la habladuría de su histriónico líder. El mapamundi de la geopolítica conspira contra Venezuela.