Es lugar común. Una imagen vale más de mil palabras. Eso pasó con las fotos y vídeos de cuerpos yacientes en las calles y veredas de Guayaquil.
Eso, en un planeta que no para de llorar sus decenas de miles de muertes.
Con un primer mundo que no atina a comprender en qué momento se les fue de las manos la pandemia, pero que se espanta del Ecuador.El manejo del impacto de la muerte en la calle muchas veces es más fuerte que cientos de miles de estadísticas en un cuadro.
La Voz de América – emisora oficial en Estados Unidos – hablaba de 200 000 muertes en el planeta. Lo atribuye a la U. J. Hopkins.
El epicentro de la pandemia dejó atrás a la ciudad de origen, Wuhan, situó por semanas a la cabeza a República China, llegó a Europa; ahora se instala en Estados Unidos.
Países como Italia, España, Francia y Reino Unido ya suman más de 20 000 personas fallecidas cada uno EE.UU., 50 000. Pero las frías estadísticas ahora habla de la disminución del número de contagios.
En América Latina, Ecuador tiene cifras altas comparadas con la demografía.
Ecuador ya ha sido objetivo de varios medios de tv del mundo. New York Times publica una nota dura el viernes . Habla del subregistro de muertes y sostiene que debe ser al menos 15 veces mayor. Clarín, de Buenos Aires pone a Guayaquil en escena.
Si bien es cierto que el Presidente exigió transparencia esa realidad ha sido complicada de mostrar y sobre ella llegaron los buitres.
Las aves carroñeras con sus ejércitos de trolls y mala leche se ensañan con Ecuador. Es verdad que un cuerpo en la calle o el llanto de los familiares que piden por una sepultura digna y humana no lo resiste ningún corazón.
Tanto como saber que en el primer mundo hay subregistros, como los de los geriátricos en Francia, Italia o España. Tanto, como haber visto a los enfermos tirados en los pasillos de los hospitales españoles.
Contra cientos de miles de muertes, nuestra imagen tétrica no la limpia ninguna protesta diplomática. El dolor no resiste explicaciones.