Las imágenes – solemnes y conmovedoras – mostraban el despliegue militar en una calle de honor con uniformados vestidos de gala.
En unos pequeños cofres envueltos con la bandera de Naciones Unidas – aquella que debiera simbolizar una paz esquiva en el mundo – llegaban los restos de 55 militares norteamericanos muertos en la guerra de Corea. El traslado tenía como primer destino la base militar norteamericana de Osan, una de las tantas situadas en Corea del Sur.
La fecha elegida está cargada de simbolismos y sentido. Fue el día del armisticio de 1953. Entre ambas Coreas todavía no se firma un acuerdo de paz y dos pueblos están divididos por dos estados de sistemas políticos y económicos disímiles. Dictadura dinástica de partido único en Corea del Norte. Democracia y capitalismo en Corea del Sur.
La entrega de los 55 cofres funerarios contienen las cenizas de 55 soldados de aquellos 200 que el Régimen norcoreano se comprometió a devolver a su país de origen luego de los diálogos históricos entre el Presidente de EE.UU. y el líder de Corea del Norte.
Al revisar la siempre ilustrativa página de BBC Mundo se hallan historias conmovedoras y datos contundentes. Por ejemplo, en la guerra Estados Unidos envió a 326 000 soldados, de ellos 33 000 todavía están desaparecidos. Allá, en alguna parte, quizá en los mismos campos de batalla donde los relatos daban cuenta que los soldados tenían que caminar sobre los cadáveres de sus compañeros caídos. Para constatar la identidad de los 55 norteamericanos devueltos las pruebas forenses podrían tardar años. De ese dolor sabemos los ecuatorianos luego de meses de angustia por nuestros compañeros periodistas secuestrados y asesinados al igual que una pareja de jóvenes.
El gesto de Corea del Norte es un paso pequeño en el camino largo de un entendimiento. Desarme nuclear, levantamiento de las bases militares de Corea del Sur. Y claro, un proceso de reunificación de las familias separadas por 65 años.