Una guerra nunca antes vista
El planeta entero mira con detenimiento y preocupación una guerra geopolítica-comercial-tecnológica nunca antes vista. Los protagonistas de este conflicto son las economías más poderosas del mundo, Estados Unidos y China, cada una representada por un grupo de empresas, líderes en sus industrias, que han revolucionado por completo la manera en la que los seres humanos buscamos información y nos conectamos.
Este conflicto que viene escalando cada día, con anuncios de represalias y amenazas que rozan el bloqueo comercial e industrial, es un ejemplo de la cada vez mayor dependencia tecnológica que vivimos los habitantes de este planeta.
¿Se han puesto a pensar cómo sería un día sin internet? ¿Cómo se conectarían con sus lugares de trabajo, con sus familias o sus amistades si sus teléfonos inteligentes dejarán de funcionar? ¿Qué pasaría si esas pantallas negras que nos acompañan en cada momento del día y que prácticamente nos gobiernan dejaran de funcionar por un conflicto como el que estamos viendo y en el que las batallas se libran en oficinas de gobiernos y en empresas que apuestan por la innovación? ¿Nos hemos convertido en una suerte de adictos a la tecnología y recién nos damos cuenta?
Mientras buscamos respuestas a estas interrogantes tenemos que estar conscientes de que el futuro de este conflicto se decide en Washington y Pekín, en discusiones que involucran a las más altas autoridades. En esas capitales se traza, en estos días, el futuro de las telecomunicaciones, pero también se miden las fuerzas geopolíticas, comerciales y empresariales, mientras los cientos de millones de usuarios repartidos por todo el planeta esperamos el desenlace.
Una nueva forma de guerra acaba de ser patentada por Estados Unidos y China. En ésta no cuentan los misiles o los bombarderos. Las armas de hoy son la investigación, la propiedad intelectual, la innovación, la tecnología. Una batalla inédita en la historia de la Tierra.