A Innovar

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Pedro Maldonado

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad del Azuay. Es periodista desde el año 2000. Colabora con el Grupo EL COMERCIO desde el 2006. Empezó en la regional Cuenca. Hoy es Editor de la Revista Líderes.

La batalla de los impuestos digitales empieza

Los servicios digitales que ofrecen los gigantes tecnológicos están en la mira de las autoridades tributarias a escala global. Francia, por ejemplo, acaba de adoptar la semana pasada un impuesto dirigido a las firmas tecnológicas.

La medida pretende acabar con una brecha fiscal. El argumento de las autoridades francesas -que ya se repite en otros países- es que los pesos pesados de Internet pagan muy pocos impuestos en países donde obtienen muchos beneficios.

En Francia el impuesto ya tiene nombre: tasa Gafa (un acrónimo para referirse a Google, Apple, Facebook y Amazon). España también habla de aplicar en los siguientes años el impuesto conocido como tasa Google, también enfocado en multinacionales tecnológicas. Y en Estados Unidos, el New York Times ya habla de que esta tendencia se expandirá por la Unión Europea, el Reino Unido, Asia y Oceanía.

En América Latina se encuentran tres países que ya aplican el impuesto al valor agregado (IVA) a los servicios digitales: Argentina, Colombia y Uruguay, según la Cepal. El mismo organismo sugirió que la medida se imite en otros países con el fin de elevar la recaudación de impuestos.

En Ecuador, añade la Cepal, se podrían recaudar algo más de USD 11 millones anuales si se gravara con IVA a al menos cuatro empresas grandes de la economía digital: Uber, Net­flix, Spotify y Apple.

El debate llega al país en medio de dudas y precisamente cuando las autoridades analizan, de manera particular, los servicios digitales en el sector del taxismo.

El tema tomará relevancia con el tiempo, dado los hechos que ya están ocurriendo en países como Francia. Justamente ayer se supo que los países del G7 llegaron a un principio de acuerdo para que las empresas de internet paguen impuestos en los países donde tengan actividad digital, aunque carezcan de presencia física, para evitar que transfieran sus beneficios a paraísos fiscales. La batalla de los impuestos digitales empieza.