Uno de los momentos de ‘Despertando al vacío’, una pieza dancística con el que la bailarina Anna Jácome revive los momentos y la memoria de su prima Mónica, Foto: Cortesía Anna Jácome/Artemisadanza
Anna Jácome baila lo que siente, como si sus pasos y sus ideas se correspondieran en el ritmo. Sus obras son potentes, sensibles, dolorosas, atravesadas por la violencia y resiliencia de las mujeres. La bailarina ecuatoriana -que danza ya desde hace 15 años- no ha dejado de crear y, en medio de una pandemia que continúa el confinamiento, presentará ‘Desnudez de cristal’, un recital dancístico compuesto por dos piezas y dos videos ‘performance’ la noche de este sábado 28 de noviembre del 2020.
Anna bailará ante su público en formato virtual, pero las pantallas no frenan la sensibilidad. Y lo hace como una conmemoración a su cumpleaños 41 y tributo a la memoria de mujeres sometidas a la violencia en diferentes escalas.
‘Impulsos rotos’ es una de las piezas que Anna interpretará esta noche y fue creada en el 2015. La génesis de esta obra, cuenta, germinó a partir de una investigación que recorrió la historia de las esclavas sexuales de la Segunda Guerra Mundial. “Me contacto con estas mujeres que vivieron situaciones de extrema violencia. muchas se suicidaron porque no toleraban el flagelo sexual que vivían a diario. Existe una parte en el texto (de la pieza) que mencionaba que el domingo era el día más ‘vendido’ y se daba porque los hombres de guerra llegaban a estos espacios y sacaban toda su furia contra ellas”, relata la artista.
Es una geisha el personaje principal de ‘Impulsos rotos’, el rostro de más de 200 000 a quienes llamaban mujeres de consuelo o de ‘confort’. Y se les privó de la vida: murieron en burdeles militares y quienes pudieron regresar a casa nunca recibieron reparación por parte de las autoridades japonesas. Actualmente, solo quedan 46 sobrevivientes.
‘Despertando al vacío’ es también el reflejo de una pérdida personal. Esta pieza, dice Anna, es un recorrido de la muerte de su prima Mónica. “Ella tuvo un accidente. Se cayó cuando limpiaba el techo de su casa. Se resbaló y producto de la caída, su columna se quebró y quedó inmovilizada”, recuerda.
La pieza ‘Impulsos rotos’ es parte del recital dancístico Desnudez de cristal. Foto: Cortesía Anna Jácome/Artemisa Danza
Luego de dos meses de hospitalización, Anna acompañó a Mónica durante una semana. “Escuché su historia de vida y luego trabajé mucho tocando sus piernas, haciendo mucha respiración, visualizando su matriz. Fue un compartir y una complicidad muy fuerte que viví con ella”.
Anna viajó a un festival en Colombia y, durante ese período, Mónica falleció debido a un paro respiratorio. Fue un punto de quiebre para la bailarina. “Yo tenía la convicción de que ella iba a volver a caminar. Y siento que ahí fue una despedida muy singular de linaje femenino”, dice.
La artista convirtió el dolor en arte y despliega en su danza los sentires y dolores de Mónica, una mujer que, rememora Anna, siempre fue servicial, amable y risueña. Pero también, admite, fue una mujer que debió vivir enmarcada a roles impuestos por una estructura patriarcal: el de esposa y protectora que debió limitar sus sueños para proteger un matrimonio.
“Siento que vivió un matrimonio impuesto y no tuvo la libertad de divorciarse, pese a que ella quería hacerlo. Dejó muchos proyectos inconclusos de su vida”, dice. El paso de Mónica por este mundo también fue luminoso, era de esas mujeres que siempre apoyaba y animaba, pese a que vivió con dolores contenidos.
Durante un ensayo previo, Anna recordó una vez más el gusto de Mónica por sus gatos. Ella introdujo un pasaje en la coreografía en la que el personaje principal llama a un pequeño gato que, según dice, para ella representa el símbolo de la muerte. “Después del accidente, eran momentos de incertidumbre, frustración, de saber que ella siempre sirvió a los demás y se dio cuenta que no podía movilizarse sola y que ahora ella es quien necesitaba la ayuda de su círculo familiar. Siento que eso fue lo la asfixió. Y la única decisión que se le fue otorgada fue morir. Y se le cumplió”, lamenta.
Mónica -recuerda Anna- quizá siempre estuvo inmovilizada para poder caminar sobre sus propios sueños, senderos, deseos. Pero la bailarina le rinde tributo a su memoria en ‘Despertando al vacío’ que llega a ser incluso una vitrina de los que viven las mujeres en una sociedad patriarcal, que ha fijado roles históricos que hoy comienzan a deconstruirse.
Para Anna, la pandemia ha sido un período de entendimiento humano y de fortalecer su camino como bailarina, uno trazado por la lucha social y la denuncia. Es la única ‘malayerba’ de la familia, dice entre risas, y se refiere a que es la artista de la familia. Anna es también una mujer que se descubrió en la danza, mientras estudiaba Artes Escénicas y Comunicación Social en la Universidad Central del Ecuador.
Su camino en la danza lo construyó en la escuela Futuro Sí y el Frente de Danza Independiente, junto con el maestro Wilson Pico, uno de los danzantas más queridos por las tablas y calles de Ecuador. Después decidió emprender su arte como solista con el proyecto Artemisadanza, que no solo es su plataforma para danzar, sino para dar acompañamiento a mujeres que sobrevivieron a la violencia con los talleres Acunando el útero.
Obras como ‘En carne y hueso’, ‘La piel de la locura‘, ‘Siembras íntimas’, ‘Apuntes de arena’, ‘Las niñas de Guatemala’ y ‘Calles vacías’ convierten a Anna en una de las bailarinas con más sensibilidad en el país.
El encuentro dancístico también incluye la proyección del video ‘Desnudez de cristal’, que le da nombre al recital, además de dos ‘videopresencias’ -inspiradas en la poética de la Karla Armas. La artista Karol Bejarano, de Colombia, escenificará el poema ‘Amar despacio’, mientras que Daniela Almeida danzará ‘5 y sin cuenta’.
Si desea unirse a estas obras construidas desde la fragilidad del ser y el cambio, puede comunicarse al teléfono celular 098 495 8180 y al correo:annaluciajacome@gmail.com. El aporte voluntario es de USD 15.