Las mujeres que han tomado la decisión de no procrear enfrentan la presión y las críticas familiares y sociales. Para ellas, lo más importante es su realización. De izquierda a derecha, Carla Patiño, Janeth Campoverde, Leonor Rodríguez, Gabriela Ruata Fotos: EL COMERCIO.
La expresión de Gabriela Ruata se nubla cuando recuerda que ha estado tres veces a punto de casarse pero aún no lo ha hecho. Tiene 31 años y hace unos 10 decidió que nunca quiere ser mamá. Pero las parejas con las que ha estado a punto de formalizar su relación han querido que ella sea no solo su esposa, sino también la madre de sus futuros hijos.
Su rostro recupera la luz cuando dice que no está dispuesta a poner sus ideales a un lado por los anhelos de otra persona. “Aunque es doloroso, no puedo proyectarme con alguien que no desee lo mismo que yo”.
Carla Patiño tampoco quiere ser mamá. Tiene 24 años y está totalmente segura de su elección. A diario recibe comentarios afirmando que “algún día” cambiará de parecer porque “es muy joven todavía”. Pero Carla considera que traer niños al mundo es una responsabilidad enorme para la que no está -y no estará nunca- preparada emocionalmente.
Sociólogos, antropólogos y ‘marketeros’, han acuñado el término ‘NoMo’, una abreviación del inglés de ‘no madres’, para referirse a mujeres que, como ellas, han elegido prescindir del rol de la maternidad.
Sus motivos son diversos y lo han resuelto en distintas etapas de sus vidas. Pero la comprensión de la sociedad hacia su postura es algo con la que todas luchan en algún momento. Es común que se encuentren con la creencia de que la feminidad está inevitablemente ligada con la maternidad: como si se tratase de un destino ineludible por el hecho de ser mujeres.
Pero ellas han decidido dejar ese rol a un lado y desarrollar otros que les permitan, igualmente, realizarse.
Para Gabriela, la maternidad es algo vocacional. Y ella, aunque es amante de los niños –estudió Parvularia– y es quien cuida a la hija de su hermana gemela, no siente ese deseo de ser madre. Además, cree que “muchos tienen hijos de forma irresponsable”. Pero su decisión le ha costado ser juzgada.
Hoy cuenta con el apoyo de su familia; otros han tratado de convencerla de lo contrario. En una ocasión consultó a una ginecóloga sobre la posible extracción de su útero. “Me dijo que no lo haría a menos que yo esté enferma, porque para ella mi deber como mujer era procrear”.
Janeth Campoverde, de 47 años, empezó a cuestionarse sobre la maternidad cerca de sus 28. A medida que pasaba el tiempo, la decisión de no tener hijos se iba consolidando. Pasados los 30 se casó con quien es hoy su esposo. Él, quien tiene hijos de un compromiso anterior, respetó su decisión y comprendió sus motivos.
Ella consideraba que su contexto no era el adecuado para criar hijos. Además, dio prioridad a su profesión. No se arrepiente y asegura que de haber sido madre no habría podido alcanzar ciertos logros, como ser catedrática y obtener varios títulos académicos. Tampoco habría podido disfrutar plenamente su vida en pareja.
Janeth ha tenido que lidiar con la mirada inquisitiva de algunas personas. Ha sido tachada de egoísta. Pero la mujer ha visto a personas cercanas tener hijos “porque sí”, que luego no han recibido la atención, el cariño y el cuidado necesarios. Ella, en cambio, siente que ha dado lo mejor de sí en cada uno de los roles de su vida.
La asociación británica Gateway Women, creada en el 2011, es una de las más importantes a escala global para el apoyo a estas mujeres y la difusión de la temática para un mayor entendimiento social.
Gateway Women se promociona con el lema “no somos madres, pero estamos aquí, nosotras importamos, nosotras contamos y nosotras revolucionamos”.
Según datos de esta asociación, una de cada cinco mujeres en Reino Unido, Irlanda, Estados Unidos, Canadá y Australia está llegando a los mediados de sus 40 sin tener hijos, lo que representa el doble que la generación anterior.
Jody Day, cofundadora de la asociación, sí quiso ser madre pero no consiguió serlo y pasó un proceso de adaptación y de descubrimiento de un mundo ‘childfree’ (libre de hijos) que comparte en su libro ‘Rocking the life unexpected’. En la publicación, cuenta desde la presión social que atravesó hasta los beneficios de no tener hijos.
El tema ya había sido tratado por la autora Corinne Maier, quien en el 2009 publicó el libro ‘No Kids: 40 razones para no tener hijos’. Ahí habla sin tapujos de los beneficios de las mujeres que dejan de lado la maternidad: “Si no los tienes, disfrutas de más sexo y mayores oportunidades laborales”.
Para Leonor Rodríguez, los beneficios de no ser mamá han sido poder viajar, vivir con menos estrés sus días y salir las noches o de paseo sin tener preocupaciones. Ella tiene 53 años y nunca se casó. Ese hecho marcó su decisión de no convertirse en madre, ya que hubo una época en que sí planeaba serlo. Pero en su familia siempre tuvo presentes a las figuras materna y paterna.
No quiso convertirse en madre soltera a pesar de que muchos conocidos insistieron en ello por años. El principal motivo: “Para que tengas quién te cuide cuando envejezcas”. Pero ella eligió no tener hijos si no podía brindarles las mismas condiciones que sus padres le dieron cuando era niña.
Al igual que Gabriela, Carla y Janeth, esta odontóloga y catedrática no se siente incompleta por no tener hijos. Realizarse, para ellas, no ha tenido nada que ver con la maternidad, aunque otros digan lo contrario.