La Organización Mundial de la Salud recomienda la leche materna de forma exclusiva en los primeros 6 meses de vida y hasta los 2 años como complemento. Foto: Andrés Jaramillo/ EL COMERCIO.
La lactancia es más que un alimento para un niño en su primera infancia. Teje puentes emocionales con su madre.
Belén Noroña lo siente cada vez que su hija Matilda, de
1 año y 7 meses de edad, se prende de su pecho y fija la mirada. Los ojos de la pequeña delatan seguridad, cariño, paz. “A veces ni siquiera come. Solo quiere sentirse protegida”.
Noroña no tiene apuro para ‘quitarle el pecho’. Parte de la preparación de su embarazo fue informarse. Sabe que la recomendación de la Organización Mundial de la Salud es dar, de forma exclusiva, leche materna los primeros 6 meses.
En el Ecuador, solo el 43,8% de las madres cumplieron la recomendación, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut/2011-2013). Y apenas el 18,9% de los niños en el país recibió lactancia materna de forma continua en sus primeros 2 años de edad.
Los prejuicios y mitos alrededor de la lactancia han sido lastres. En más de una ocasión, María Belén Molina escuchó que debía darle fórmula a su hijo Nicolás, de 1 año y 3 meses de edad, para que suba de peso. O que la lactancia luego del año y por voluntad del niño es una forma de malcriarlo.
Pero las investigaciones que leyó ratificaron lo que le dijo su pediatra: los niños que tuvieron lactancia materna son más saludables. “Eso es bueno no solo para los niños sino también para el Estado. Significa menores recursos invertidos en hospitales y menos gastos para curar enfermedades. La mejor
política es la prevención”.
Para el 2017, una de las metas del Gobierno es aumentar al 64% la prevalencia de la lactancia materna exclusiva en los primeros 6 meses de vida. Se crearon bancos de leche humana para los niños hospitalizados en Neonatología que requieren de cuidados especiales; también, una línea telefónica de información. Marcando 171 (opción 2) se despejan dudas sobre la lactancia.
También se certificará a hospitales y centros de salud y se busca implementar salas de apoyo a la lactancia en instituciones públicas y privadas. Así, las madres que vuelvan a su trabajo tendrán un espacio cómodo y esterilizado para almacenar la leche.
Molina cree que también ayudaría una mayor flexibilidad de los patronos para cumplir con las seis horas de trabajo que determina la Ley (hasta que el bebé cumpla 1 año), tras volver del alumbramiento. “Se deberían poder cumplir esas horas sin un horario rígido. En la mañana, en la tarde, en la casa”.
Daniela Roepke tuvo que alejarse de un trabajo con horario fijo para garantizarle a Mía, su pequeña, la lactancia y el cuidado. Ella es productora de cine y de televisión. Ahora, cada vez que tiene grabación, lleva a su hija de 15 meses.
Como ‘freelance’, puede organizar mejor sus actividades y dejar tiempo para compartir sus experiencias con otras madres que son parte de la iniciativa Regazo Casa de Madres. Se formó hace siete años, para orientar y acompañar a las madres durante el embarazo y los primeros años de maternidad.
Se reúnen a diario, por grupos, según la edad de los niños, en el norte de Quito. El lugar donde funciona fue pensado y adaptado para la comodidad de las madres y de los niños. Los pequeños caminan descalzos por los pisos alfombrados; los muebles blandos de colores les sirven de colchonetas. Y no faltan las cajas llenas de juguetes para que se diviertan con los otros niños. Las madres los cuidan mientras comparten consejos, secretos o participan en talleres. La lactancia es de los temas inagotables.
La leche materna disminuye el riesgo de desórdenes alérgicos en los bebés. Contiene anticuerpos que los protegen de la disentería y males respiratorios, también tiene un efecto en la madre, según la Ensanut. Reduce el riesgo de sangrado uterino, cáncer de ovario y de mama.
Contiene anticuerpos que ayudan al sistema inmunológico y propiedades antiinflamatorias y cicatrizantes, sostiene Emilia López, enfermera con entrenamiento en neonatología y especialista en lactancia. Ella creó el servicio de salud Mamanta, para guiar a los nuevos padres en la lactancia, el baño del bebé, la primera noche…
Ha constatado que en la zona rural hay una mayor cultura de lactancia materna que en la urbana. Un 59,9% versus el 35,9%, respectivamente, según la Ensanut. En la medida en que mejora el nivel de instrucción de las madres, la proporción de mujeres amamantando disminuye.
Para López tiene que ver también con la capacidad adquisitiva. “Es más fácil comprar fórmula o un biberón, que amamantar”. Pero la mejor inversión es garantizar la leche materna, como señala Priscila Beneras, madre de Elena, de 6 meses. “No solo es una experiencia maravillosa, milagrosa. Cuando se da de lactar, la mamá está dando vida”.