La lactancia materna reduce el riesgo de cáncer y fortifica el sistema cardiovascular, entre otras ventajas para la salud de la mujer.
La leche materna es el alimento perfecto para el bebé: tiene la temperatura justa y contiene las dosis de grasas, proteínas, minerales y vitaminas ideales para el crecimiento y desarrollo saludable del niño.
La lactancia no sólo cubre una necesidad fisiológica, sino que genera una comunión afectiva y emocional con su madre, por ello no sólo su valor nutricional no puede compararse con el de la fórmula -que siempre supone un riesgo para la salud del lactante menor de seis meses, ya que aumenta la posibilidad de que sufra diarrea y otras enfermedades infecciosas-, sino que el vínculo de amor que se establece entre el menor y su mamá resulta sumamente especial y repercute de manera positiva en el desarrollo social e intelectual del niño.
Entre el 1 y el 7 de agosto de 2016 se celebra en el mundo la Semana de la Lactancia Materna, con el fin de proteger y promover la lactancia. Unicef y otros organismos internacionales unidos en la Alianza Mundial pro Lactancia Materna (WABA), entienden que la alimentación con leche materna no sólo protege inmunológicamente a los niños a lo largo de toda la vida, sino que también es el modo más simple, inteligente y económico para garantizar una buena nutrición en la niñez y reducir la tasa de mortalidad infantil.
“La leche materna es el principal alimento del recién nacido y amamantar es un acto de amor que estrecha vínculos entre el bebé y la mamá. La importancia de la lactancia radica en proteger al niño de enfermedades infecciosas, respiratorias, diarreas, riesgo de alergia y diabetes juvenil, y participa además en la regulación de la presión arterial y del riesgo de obesidad posterior -explicó el doctor Luciano Cassab, miembro de la Sociedad Argentina de Mastología-.
La lactancia debe iniciarse en la primera hora de vida. Se recomienda la exclusividad de este alimento durante los primeros seis meses: el lactante no debe ingerir ningún otro alimento, ni siquiera agua, ya que la leche materna es el alimento ideal para su crecimiento y desarrollo. Una vez que comienza con el alimento complementario, no debe abandonarse la lactancia hasta completar los primeros dos años”.
Asimismo, “está demostrado que la leche humana contiene más de 370 componentes específicos y nutrientes que disminuyen los riesgos de contraer ciertas enfermedades o infecciones tales como: síndrome de muerte súbita, obesidad infantil, diabetes, problemas digestivos, deficiencia cognitiva, cáncer, infecciones en las vías urinarias, diarrea, enfermedades respiratorias y cardiovasculares”, especificó el doctor Fernando Burgos, jefe de Pediatría Ambulatoria del Hospital Universitario Austral.
“En líneas generales, en el primer año de vida el niño multiplica su tamaño y triplica su peso. Además, los órganos comienzan a madurar, con lo cual aumenta la demanda de nutrientes. Por eso resulta importante que durante los primeros seis meses, y siempre que sea posible, reciba lactancia materna exclusiva”, agregó Burgos.
Además de los beneficios que la lactancia implica para la salud de los niños, el especialista destacó que esta práctica es muy ventajosa para la salud piscofísica de la madre.
“Amamantar también contribuye a la salud y bienestar de la mujer, espacia los embarazos y reduce el riesgo de cáncer de mama, ya que la maduración de las células mamarias desde el estado prepuberal hasta el desarrollo de los conductos y lobulillos durante la lactancia, hace que las células más diferenciadas escapen de las influencias carcinogénicas. Asimismo los altos niveles hormonales estimulan la diferenciación celular haciendo que éstas sean más resistentes a las mutaciones observadas en ciertos tumores”, puntualizó Cassab.
Un número cada vez mayor de estudios demuestran que la lactancia materna tiene, tanto a corto como a largo plazo, efectos beneficiosos sobre el sistema cardiovascular materno, pues actúa sobre factores de riesgo, tales como el nivel de lípidos, la obesidad, la presión arterial, la insulina y los niveles de glucosa. Por todo ello, se la debe promover tanto para la salud del bebé como de la madre.
“El abandono precoz de la lactancia materna es un problema que afecta tanto a las madres como a los niños. El 26,9% de las madres tienen problemas asociados con un cese temprano del amamantamiento. El desconocimiento de la técnica, la falta de apoyo, el uso del chupete y la administración de leche de fórmula, son las principales causas de su abandono. También el tabaquismo materno, el dolor en los pezones y el temor a no tener leche suficiente para mantener al bebé, suelen ser problemas frecuentes”, destacó por su parte Burgos.
Y amplió: “Uno de los anticuerpos más importantes es la inmunoglobulina A (IgA) , que es sintetizada y almacenada en el pecho. Su función es recubrir las superficies mucosas del aparato digestivo del bebé para impedir la entrada de bacterias patógenas y enterovirus. También brinda protección contra la escherichia coli, salmonella, estreptococo, estafilococo, neumococo, el poliovirus y el rotavirus“.