Información del Servicio de Rentas Internas (SRI) reproducida ayer en un reportaje de EL COMERCIO, señala que entre enero y agosto de este año, la recaudación tributaria del país creció un 28,6% al alcanzar los USD 11 781 millones en los primeros ocho meses del 2022, frente a los USD 9 163 millones obtenidos en el mismo período del 2021.
Los datos son previsibles a la luz de la reforma tributaria implementada por el Gobierno con el fin de elevar sus ingresos y reducir el déficit fiscal que arrastra el Estado, una meta que ha venido cumpliendo desde que Guillermo Lasso llegó al poder. Además, constituye un signo de que la economía tiende a reactivarse.
Por el otro lado, los reclamos sobre problemas y deficiencias estatales se acumulan. Una nota de este medio mostraba este lunes, por ejemplo, los problemas existentes en las vías a cargo del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) en las provincias en las que la actividad petrolera tiene incidencia; y unos días antes, otro trabajo periodístico daba cuenta de las carencias de mantenimiento de los patrulleros policiales en Santo Domingo de los Tsáchilas. Ello sin contar los constantes reclamos por falta de medicinas y equipos en los hospitales públicos o la exigencia ya habitual de los maestros jubilados para que se les cancelen haberes atrasados.
Y si bien muchas de esas dificultades no aparecieron o fueron creadas por el actual régimen y derivan de años e incluso décadas atrás, la gente espera que las autoridades las solucionen o, al menos, tracen una ruta concreta y efectiva para superarlas.
Por ello, el anuncio de que el Gobierno iniciará el pago de la llamada “deuda histórica” con el IESS con la transferencia de USD 300 millones es una buena noticia; ojalá se concrete y no termine en incumplimiento como sucedió con el acuerdo alcanzado en abril con la Sociedad de Lucha contra el Cáncer (Solca).
Si bien el ordenamiento del Estado es deseable, en momentos de crisis como el actual es necesario establecer prioridades. El Gobierno no puede ahorrar a ultranza mientras los reclamos se acumulan, porque las cosas se le pueden salir de las manos.