El rescate

La situación en Europa está cada vez más álgida. El rescate que hizo el Gobierno español de una entidad financiera, inyectando más de 20 mil millones de euros, crispó los nervios de algunos. Si a ello se suma que las condiciones de países como Grecia siguen siendo extremadamente críticas, que se halla a la espera del desenlace de los próximos comicios para saber en definitiva qué medidas adoptan, es como para poner los pelos de punta. Pero en el enmarañado de notas, análisis y artículos que se han realizado sobre esta coyuntura, no dejan de llamar la atención aquellos que señalan parecidos y diferencias entre lo que sucede ahora en Europa y lo que ha acontecido en América Latina. Se llega a tal nivel de confusión que se dice que a los países latinoamericanos les va bien porque impulsan el crecimiento a través de la inyección de recursos por vía estatal. No alcanzan a observar las diferencias entre varios países de la región. Una cosa son Chile, Perú México, Colombia y otra muy distinta los estados que han gastado insondables recursos para llegar a riesgo inminente. Es diferente la manera que han crecido las economías de los países nombrados en el primer grupo, que pusieron en orden sus cuentas fiscales, muy distinto a las implementadas en otros donde el gasto y el dispendio de subsidios están al orden del día.

De forma general, se puede decir que existen una serie de países que realizaron sus tareas en forma correcta y que están recogiendo los frutos de años de esfuerzos. Por otra parte, están los que no aprendieron las lecciones de décadas anteriores, no han sabido aprovechar adecuadamente la bonanza del alto precio de materias primas en el ámbito mundial y que sus economías se hallan expuestas, más que otras, a cambiantes condiciones de los mercados internacionales.

Lo paradójico es que plantean en Europa salir de la crisis a base de políticas de expansión del gasto. Se olvidan que Alemania, la gran economía de la región, ha enfrentado con relativo éxito la crisis precisamente por su forma austera y disciplinada de manejar sus finanzas , pese a verse inmersa en la necesidad de realizar ingentes gastos como los que demandó el proceso de reunificación. Ahora todas las miradas se vuelven en su contra, a la que acusan de ser demasiado exigente, sin considerar que gran parte de la ayuda que saldría para los países en problemas afectaría de una u otra forma a los contribuyentes alemanes.

Los que fueron disciplinados se verían afectados por el dispendio e irresponsabilidad de los otros. ¿Resultaría justo? Adicionalmente se torna jocoso observar cómo los causantes de las crisis, que en sus países los votantes los expulsaron del poder, son los más críticos con los que administran el desequilibrio provocado por su incapacidad e indolencia. Suficiente como para mostrar cómo la mezquindad merodea en las actuaciones políticas.

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