Podemos obtener utilidad respecto a los límites que debe tener la actividad política, especialmente si la animan y conducen personajes violentos.
El 15 de Noviembre de 1922, en la clase obrera se produjo cambios sustanciales. La representaba la Confederación Obrera del Guayas, de poca efectividad en defensa de sus asociados. Apareció una nueva, la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana. La envejecida Confederación fue rápidamente superada por la joven: los afiliados de la antigua pasaron a sus filas por docenas.
En esa realidad de pobreza extrema y de ansiedad de grandes masas en todas las clases económicas, actuaba intensamente una prensa revolucionaria: los periódicos “Tribuna Obrera”, “El Proletario”, “Redención”, “El Cacahuero”, “Bandera Roja”. El periódico “Tribuna Obrera” publicó un artículo con el título “Sangre”. En el texto: “Sí, sangre de mártir o sangre de verdugo; necesitamos sangre… ¡Queremos sangre! ¡Que muera la burguesía! o que se vaya del planeta. Se difundía la doctrina revolucionaria de Pierre Joseph Proundhon: “Si la explotación del hombre por el hombre es el robo, el gobierno del hombre por el hombre es la servidumbre”
Concomitantemente con los sangrientos sucesos de esa “Semana Trágica”, nacía la tendencia socialista en nuestro país.
La situación del Ecuador actual es preocupante: no hay trabajo para miles y miles de jóvenes; la economía de la colectividad se ha deteriorado y la clase media está quedando para el recuerdo en cuanto a ingresos. El número de habitantes continúa creciendo: ahora somos un poco más de diecisiete millones y cada día se producen más y más nacimientos, algunos con deficientes condiciones. ¿Qué expectativa hay para esta nueva generación, si la actual ya no la tiene favorable? En este ambiente ha proliferado la corrupción en diversos niveles. El latrocinio está acompañado de asesinatos; el sicario cumple su espantoso “trabajo” particularmente en el sector del narcotráfico local; es ya real la existencia de delincuencia organizada; etc,etc,etc.
En semejante circunstancia, personas de poca prudencia empiezan habla inclusive de formar un Ejército propio; y aunque pretenden rectificar lo dicho, no hay que olvidar que de la abundancia del corazón, habla la lengua.
Parte de la administración pública está enferma de inoperancia. El ciudadano es sometido a trámites inacabables; el burócrata –no todos- parece solazarse en la angustia del ciudadano que reclama y al que le enredan en lo que el ilustre ex contralor Luis Hidalgo López llamó ‘La Telaraña Legal’. Sin un cambio importante en la eliminación de tanta norma legal y de las malas costumbres de encargados de atender al ciudadano, la situación del Ecuador continuará en deterioro constante. Ojalá estemos equivocados, por el bien del país.