Tengo la certeza que una de las especialidades del ejército es la logística. El orden, la racionalidad con la que organizan sus movimientos para ganar una batalla, no se diga una guerra, como en un juego de ajedrez para los mortales. Más aún si el Presupuesto del Estado se duplica en poco tiempo para la compra de más armamento, en un país que debería dedicarse a la búsqueda de la paz, no sólo en el idioma de las agotadoras y aburridoras, repetitivas y cansonas sabatinas, sino en la realidad manteniendo nuestras fronteras pacíficas sin armamentismo. Pero el día mismo de la celebración de la paz, de nuestra integridad, fue una guerra campal para los ciudadanos que sí tenían la obligación de cumplir con su trabajo diario.
Ni el Ejército, la Policía, el Municipio que de nada sirve; y todas sus fuerzas y supuesta logística juntas, no lograron ni la calma en una ciudad que ya de por sí tiene un tráfico caótico.
¿De la Plaza Argentina al Estadio Olímpico, dos horas? Ni en los sueños más alocados, pero pura realidad. Las avenidas principales cerradas para el paso elegante de las diferentes especialidades del Ejército y poca, poquísima asistencia de público, aparte del excelentísimo, su inmensa barra entre ministros y demás y los que se dieron por vencidos en el intento de llegar a sus destinos.
Nunca un despliegue de esta magnitud y con qué costo por tierra y por aire. Comenzó a las cinco de la mañana, como me lo comentó uno de los conformantes de grupos de 12 ó 24 vigilantes de la Policía en sus usuales grupos de no hacer nada, con celular en mano, conversando entre ellos y coqueteando con sus compañeras femeninas; mientras el tráfico, no solo en las calles aledañas a la avenida De los Shyris, sino en toda la ciudad, por falta de logística, estancado, sin movimiento y sin posible solución por la pasmosa tranquilidad de los vigilantes de la no logística de este día patrio.
En Ecuador se necesita más presupuesto para educación, salud, vialidad y capacitación de los cuidadores del orden y menos despliegue armamentista, que me recuerda otro tipo de regímenes no democráticos y sí despóticos, donde el poder se mide por shows que imprimen miedo pero que, poco a poco, despiertan conciencias. El despertar y la queja mayoritaria de la comunidad ante estos abusos que magnifican el poder de quien más miedo tiene de perderlo. ¿La logística militar?, ninguna en su propio día, sólo desordenada ineficiencia por parte de las fuerzas públicas y la clara muestra de irrespeto de las autoridades locales por su propia ciudad, que afectó el normal desenvolvimiento de un día de trabajo, aunque en él se magnificara la importancia del Mariscal Sucre y su legado: la paz y la tranquilidad.