Hace unos días el presidente Correa de Ecuador y el vicepresidente Biden de los Estados Unidos, mantuvieron una conversación telefónica en conexión con el caso del excontratista de la CIA Edward Snowden. Podemos imaginar un diálogo parecido al siguiente: Joe Biden (JB): Buenos días Presidente. Rafael Correa (RC): Buenos días Vicepresidente. JB: Le llamo a expresar mi preocupación porque un salvoconducto emitido por su Gobierno permitió a un criminal confeso llamado Edward Snowden viajar desde China hasta Rusia. También porque su Gobierno estaría considerando otorgarle asilo político. Quiero informarle que el señor Snowden ha violado varias leyes de mi país, al publicar información confidencial que juró mantener en reserva. No me sorprendería que alguien como Nicolás Maduro le otorgue asilo, con la intención de molestar al Gobierno de los Estados Unidos. Pero un Presidente de su sofisticación, seguramente está más interesado en conservar las buenas relaciones políticas y comerciales entre nuestros países.
RC: Quiero informarle que el salvoconducto extendido en Londres no fue autorizado por mi Gobierno. Se trató de una iniciativa personal del Cónsul en esa ciudad, bajo la influencia de Julián Assange. Lamentablemente, ciertos funcionarios de Gobierno tienen una agenda propia… Y si bien en un inicio mi Gobierno consideró otorgar asilo a Snowden, tal como lo hicimos con Assange, hemos concluido que se trata de un caso muy distinto. A diferencia de Assange, Snowden era responsable frente a su Gobierno de mantener en secreto la información a él confiada.
JB: Estoy seguro Presidente que usted tampoco apreciaría que alguien filtre información sensible. Todos los gobiernos del mundo guardan secretos inconfesables… RC: Puede ser… En todo caso, pienso dejar el asunto en manos de los gobiernos de Rusia o de otro país bolivariano.
JB: Por otro lado, me sorprende que su Gobierno haya renunciado unilateralmente al Atpdea. Estados Unidos otorga esas preferencias a los exportadores ecuatorianos, no al gobierno. RC: Entiendo, pero este Gobierno no aceptará que funcionarios y políticos norteamericanos utilicen las preferencias como carnada para promover sus intereses. Preferimos compensar directamente a nuestros exportadores. JB: ¿Pero entiende que eso, a fin de cuentas, significa tomar recursos públicos ecuatorianos -que podrían tener un mejor destino- para entregarlos al Tesoro norteamericano en la forma de aranceles? No luce muy soberano… RC: Para nosotros soberanía significa que ningún Gobierno o entidad extranjera pueda influir en nuestras políticas, independientemente del costo que ello conlleve. JB: Bueno saberlo.
JB: Ha sido un gusto hablar con usted Presidente. RC: Antes de despedirnos quisiera hablarle de los hermanos Isaías. JB: No le escucho bien… La comunicación se corta… Le llamo luego…