Islas Galápagos: 15 especies han desaparecido

Leones marinos en la isla San Cristobal. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Leones marinos en la isla San Cristobal. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Leones marinos en la isla San Cristóbal. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Según la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG), tres plantas, cuatro especies de tortugas y ocho de mamíferos se han extinguido.

Erupciones volcánicas y ríos de lava petrificados por el tiempo. La historia del origen geológico de las Galápagos parece una película de ficción, en especial cuando Azucena Carpio lo narra a un grupo de niños en el Centro de Interpretación de San Cristóbal.

“¿Cómo llegaron entonces los animales a las Galápagos? Empujados por las corrientes y ayudados por los vientos. Se cree que los huevos de las tortugas gigantes llegaron en grandes porciones de tierra o grandes troncos de árboles”, cuenta la guía naturalista de la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG).

Galápagos conserva del 95% de su biodiversidad original. El 100% de reptiles son endémicos, es decir, propios o únicos de las islas; al igual que el 79% de mamíferos, el 56% de insectos, el 49% de aves y el 42% de sus plantas, como explica Arturo Izurieta, director del Parque Nacional Galápagos.

Esta diversidad surge gracias a cuatro corrientes oceánicas que confluyen en el archipiélago: la de aguas superficiales Sur-Ecuatorial, las frías de Humboldt, las tropicales de Panamá y la de Cromwell, rica en nutrientes.

“Las de Humboldt y de Cronwell, por ejemplo, hacen el clima ideal para el pingüino de Galápagos, narra la guía naturalista. El nuestro vive en Floreana, Isabela, Fernandina y es muy pequeñito, de unos 35 centímetros, nada más”. Pero este ecosistema paradisíaco, Patrimonio de la Humanidad, también ha sido escenario de algunas extinciones: tres plantas, cuatro especies de tortugas y ocho mamíferos, según registros de la DPNG.

Y el riesgo es permanente para otras especies. El ‘Informe Galápagos’ (2012), coordinado por Galapagos Conservacy, ­resume algunos casos. El último reducto saludable del coral de Wellington se limita a la ­playa Tortuga Negra, en Isa­bela. Mientras que únicamente al oeste de Isabela y Fernandina se encuentra el kelp de Galápagos, una macroalga de aguas profundas.

La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) también incluye a otras en riesgo: el pingüino de Galápagos, catalogado en peligro, y el coral endémico (Tubastrea taguensis), en peligro crítico.

Ciertas poblaciones de aves también han disminuido drásticamente. Las dos subespecies de pájaro brujo, endémicas de Galápagos, están desapareciendo rápidamente, como reporta una investigación del asesor científico Godfrey Merlen. Su población era abundante hasta hace unos 110 años. “Hoy, dos poblaciones se consideran extirpadas (San Cristóbal y Floreana) y una tercera está declinando seriamente (Santa Cruz)”, señala en el estudio.

El pinzón de manglar, el más raro de las 13 especies de pinzones de Darwin (únicos de Galápagos), está críticamente amenazado según la UICN. Distribuido históricamente en los manglares de Isabela y Fernandina, ahora está restringido a 30 hectáreas de manglar en el noroeste de Isabela.

Responsabilidad humana

En los años 70, una ola de turismo comenzó a crecer en el archipiélago. Solo el año pasado se registraron 204 395 visitas, un 13% más que en 2012.

Playa Mann es uno de los sitios favoritos para los bañistas que llegan a San Cristóbal. El guardaparque Gianny Arismendi dedica su extensa jornada a vigilar el lugar, donde hay una colonia de lobos marinos.

La disposición de la DPNG es mantenerse a, por lo menos, 2 metros de ellos. Pero no siempre se cumple. “Si alguien se acerca y toca a una cría, la madre luego no reconocerá su olor, la abandonará y morirá”.

Con el aumento de viajeros también se incrementaron los riesgos, como la introducción de especies. Hasta el 2013, la DPNG reportó 919 especies de plantas introducidas, 542 de invertebrados, 30 de vertebrados y 10 enfermedades de aves.

Freddy Narváez, responsable de inspección de la Agencia de Regulación y Control de la Bioseguridad para Galápagos, explica que realizan revisiones a todos los turistas que llegan.

Una de las plagas que ha atacado a poblaciones de aves terrestres es la mosca parasitaria introducida Philornis downsi, registrada por primera vez en 1960. Recién en los 90 se tuvo conciencia de su grave daño.

Las moscas ponen huevos en los nidos de las aves. Cuando salen las larvas, se alimentan de la sangre y tejido de los polluelos recién nacidos, causando incluso su muerte. 

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