Macetas, floreros, bancas, sillones, espejos, repisas, adornos para la sala, los dormitorios, el baño y la oficia son algunos de los objetos que se puede obtener con el reciclaje de los implementos deportivos que ya no se usa.
Una muestra de ello es el taller La segunda vida, ubicado en el sector de La Ofelia, en el norte de Quito. Ahí, Cristian Figueroa, Ángel Martínez, Daniel Romero y Ana Lucía Paredes se encargan de transformar viejas tablas de patinetas en coloridos bancos y sillas.
Paredes cuenta que en el sector en el que residen existe un grupo amplio de jóvenes que practica ‘skape’ y que cada vez que su ‘tabla’ se descontinuaba, los patinadores no sabían qué hacer con ella. Muchos la desechaban o la arrumaban en un rincón de su casa. Pero desde el 2012, este colectivo decidió recolectar estos implementos deportivos y darles una segunda vida útil: bancos, sillas, repisas, mesas y múltiples adornos.
Otros de los artículos deportivos que vivieron una transformación fueron las raquetas de tenis. Alfonso Herrera es profesor de este deporte y cuenta que cuando estos implementos se desgastaban, sus alumnos las botaban. Él tiene 30 alumnos y cada uno de ellos cambia de raqueta al menos tres veces al año. La cantidad de ‘basura’ que provocan estos accesorios y las pelotas, hizo que Herrera junto a su hija Inés se dedicaran a confeccionar espejos utilizando las raquetas.
La joven de 23 años ha vendido a sus amigas de la universidad 10 espejos reciclados. Los precios varían entre USD 20 y USD 50. Todo depende del tamaño y la decoración que realiza a mano con retazos de tillos, tela, madera, etc.
Para ella, el reciclaje además de un compromiso ambiental se ha convertido en un ‘hobby’ que le ayuda a despertar su creatividad, reducir la contaminación y ganar dinero.
Tanto Herrera como los chicos del taller La segunda vida, han iniciado cursos para que sus vecinos (niños y adultos) aprendan a confeccionar este tipo de adornos con las cosas ‘viejas’ que tienen en casa.
Una de las creaciones más sencillas son las macetas hechas con los cascos para bicicletas que en los niños pierden vigencia porque crecen o dañan.
Para tener una de estas solo se necesita de tierra y una planta. Los cascos tienen orificios que actúan como drenes para que el agua corra. Se los puede colocar en el jardín o si se prefiere colgarlos con cadenas viejas de bicicleta a la entrada de la casa o en el patio.
Las personas que en casa tengan bicicletas, cascos, raquetas, pelotas, zapatos, guantes, canilleras, coderas viejas pueden preguntar en la tienda que adquirieron estos artículos si cuentan con un programa de reciclaje para dejarlos ahí. De lo contrario se puede aventurar y confeccionar uno de los adornos o muebles mencionados.