80 jóvenes indígenas de cuatro cantones aprenden sobre la Biblia y la música de alabanza. Foto: Cristina Márquez / EL COMERCIO
En algunas comunidades, las fiestas ancestrales cambiaron de forma singnificativa. En Chimborazo, cada vez menos indígenas participan en sus fiestas. El ingreso de las religiones a las comunidades modificó las prácticas culturales de los kichwas, pues la doctrina evangélica reemplazó a las creencias ancestrales.
Las fiestas de la cosmovisión andina, como el Jaway, el Inti Raymi, el Pawkar Raymi… entre otras, son consideradas paganas por los pastores de las iglesias evangélicas. Esta es la religión con mayor cantidad de fieles en el sector indígena.
Según el último censo de la Confederación de Pueblos, Organizaciones y Comunidades Indígenas Evangélicas de Chimborazo (Conpociech), 25 327 adultos acuden a las 750 iglesias de la provincia. Además, hay niños y jóvenes que aún no han sido cuantificados.
La mayor cantidad de fieles vive en Alausí, Guamote, Pallatanga, Colta y Riobamba, pero hay iglesias en los 10 cantones de Chimborazo. Ellos dejaron la creencia indígena de que la conexión espiritual con el entorno se logra a través de los elementos sagrados -agua, aire, tierra y fuego- para concentrarse en el estudio bíblico.
“Solo Dios merece ser alabado, ni el sol, ni la luna, ni el páramo, solo él. La naturaleza fue creada por Dios y por eso la respetamos, pero solo a él le agradecemos por las cosechas y por la vida”, dice el pastor Pedro Fernández, presidente de la Conpociech.
Las ceremonias evangélicas se inician con cánticos en kichwa. Los pastores estudian la Biblia y reflexionan sobre su contenido con centenares de personas que asisten cada domingo. Además, entre semana los jóvenes, niños, mujeres y adultos acuden a cursos de formación teológica donde estudian e interpretan la Biblia. En el Instituto de Música, por ejemplo, cerca de 80 jóvenes aprenden a tocar la batería, el piano, la guitarra y el bajo para entonar canciones de alabanza.
Allí, también se debate sobre el evangelio. ¿Es cierto que no hay como tocar el violín porque era el instrumento que le agradaba a Satanás?, preguntó uno de los estudiantes de José Pillajo, durante la clase de música. “Nosotros solo hacemos lo que dice la Biblia, hermano, solo en eso nos basamos y en ningún versículo se habla de aquello”, le respondió el maestro.
Para los yachaks e investigadores, el ingreso de las iglesias ha llevado al peligro de extinción a los saberes ancestrales. Según ellos, no solo la ritualidad andina se pierde en las iglesias, sino que también se olvidan prácticas como la música originaria, la vestimenta en la que se reemplazó la simbología andina en los bordados por frases como “Jesús te ama”.
“El conocimiento indígena se pierde con el tiempo. Muy pocos jóvenes están interesados en aprender de los ancianos nuestras costumbres y en gran parte se debe al ingreso de las religiones a las comunidades”, opina Basilio Pomaira, docente del Instituto de saberes andinos Jatun Yachay Wasi.
Las iglesias empezaron a ingresar a las comunidades en 1950, cuando los comuneros aún eran explotados en las haciendas. Los primeros en llegar fueron varios misioneros evangélicos de EE.UU.
Años después, monseñor Leonidas Proaño se propuso el mismo objetivo. Él fundó un grupo de líderes indígenas, los educó, los capacitó y los motivó a luchar por sus derechos.
“Para evangelizar al pueblo indígena, primero fue necesario entender su cosmovisión, su realidad y su idiosincrasia. Es un tema complejo, porque muy lejos de reemplazar sus prácticas culturales nosotros hemos intentado una sinergia en la que prima el respeto a sus creencias”, opina Antonio Martínez, párroco de Cañi.
Para las iglesias evangélicas, la época de la conversión masiva se inició en 1961. Ese año, un grupo de misioneros extranjeros fundó una emisora radial para difundir su mensaje, así cada vez más personas aceptaron la religión y se bautizaron.
Hoy cuentan con dos estaciones de radio, consideradas estratégicas en la difusión de su mensaje. La señal tiene cobertura provincial e incluso llega a algunos sectores de Bolívar y de Tungurahua. Allí se emiten contenidos teológicos y filosóficos en kichwa y en español.
Para Fernández, el ingreso del Evangelio no significó una pérdida de identidad ni de las prácticas culturales. “Nosotros estamos orgullosos de nuestra cultura. Usamos poncho en las reuniones especiales, las mujeres visten anacos. Las charlas y capacitaciones las dictamos en nuestro idioma nativo”.
En contexto
750 iglesias evangélicas difunden el estudio de la Biblia en las comunidades de Chimborazo. Más de 25 000 personas indígenas que pertenecen a esta religión ya no practican los rituales ancestrales y no acuden a las fiestas andinas porque las consideran paganas.