Los guías penitenciarios también viven una especie de encierro. Dicen que lo hacer por vocación, pero sobre todo porque no tienen otra opción laboral que les permita obtener ingresos económicos para mantener a sus familias.
La mayoría de los 1 060 guías permanece en los interiores de los 40 centros de rehabilitación del país. Cumplen diferentes tareas de vigilancia y de seguridad interna, en turnos de 24 horas seguidas cada dos días.
Los dirigentes manifiestan que aún están relegados en el proceso de mejoramiento del sistema de rehabilitación social del país.Abdón Villarreal, supervisor de guías, señaló que hasta ahora la preparación física, psicológica y en tácticas operacionales solo ha sido por iniciativa propia. Pero la aspiración es que, ahora, al estar adscritos al Ministerio de Justicia se fortalezca su instrucción.
Carlos L. (nombre protegido) trabaja desde hace seis años en uno de los centros de rehabilitación social de Quito. Él cuenta que el trabajo de los guías penitenciarios es bajo duras condiciones por las limitaciones físicas de las edificaciones y por el permanente riesgo de sufrir alguna agresión de los internos.
También comparten la misma alimentación que se da a los detenidos. “Es una comida pésima”. Aduce a eso que desde hace ocho meses sufre de continuas infecciones intestinales. La semana pasada debió buscar atención en una clínica particular. El médico le dijo que tiene quistes causados por amebas histolíticas y que era por la comida sin mayor cuidado en ingredientes y en preparación.
Con receta y pastillas en mano, Carlos L. contó que el doctor también le recomendó mejores condiciones de higiene, pero el guía se lamentó no poder cumplir esa indicación. En el centro solo hay un baño para 30 custodios.
Sus dormitorios, a parte de ser fríos, son estrechos y están copados por literas. Esas condiciones desmejoran la salud de los guardias penitenciarios. Se suma que afrontan continuos cuadros depresivos por el encierro. Esperan recibir asistencia médica, psiquiátrica y psicológica.
A diferencia de esta realidad, la situación de los guías que integran el Grupo Especial Alpha (GEA) es mejor en algo.
Ernesto R. (nombre cambiado), uno de los coordinadores de operativos de traslado de los detenidos, y sus compañeros vestían chalecos antibalas, trajes zafari, botas negras y casco antidisturbios. Esperaban en la entrada del ex penal García Moreno en Quito, junto a un vehículo blindado, para llevar a dos detenidos a una audiencia en un Juzgado.
El guía recordó que hasta hace cuatro años o más. “No teníamos ni uniforme y algunos en las noches de guardia nos cubríamos del frío con gorros y ponchos de lana”. Ahora reciben dos paradas de uniformes cada año.
Esta mejora, según el Ministerio de Justicia, es parte de una renovación en el sistema carcelario. Ledy Zúñiga, ex subsecretaria de Rehabilitación Social, manifestó que se busca una jerarquización del sistema penitenciario.
En el plan original del Ministerio de Justicia se incluyó la capacitación de los guías antiguos. Zúñiga indicó que antes estos ingresaban sin ninguna experticia. “En el grupo de vigilancia, por ejemplo, hay un desconocimiento de nuevos sistemas de seguridad de carácter tecnológico”.
Abdón Villarreal reconoció que “los compañeros antiguos ya conocemos un 75% de cómo actuar, el 25% se actualiza con los cursos que nos están dando”.
En enero del 2010, en coordinación con la Escuela Politécnica del Ejército (ESPE), se inició el plan de capacitación al personal antiguo. Se realizaron cursos intensivos en diferentes provincias.
A la par se inició la preparación de los nuevos guías, con una inversión de USD 117 279,60. En el primer llamado se presentaron 821 aspirantes, de los cuales 152 se graduaron. Fueron ubicados en los centros de rehabilitación social de Santo Domingo de los Tsáchila y Guayaquil número 2, considerados de alta peligrosidad.
También está previsto seleccionar a un grupo de seguridad para que realice pasantías en la Escuela Penitenciaria de Francia.
Para este año se prevé la preparación de otros 800 aspirantes a guías penitenciarios. Estos serán instruidos en la ESPE, con la participación de cuatro expertos franceses y otros nacionales.
En el Ministerio de Justicia se indicó que el perfil ideal es que sean profesionales. “Pero a veces por los lugares dónde están los centros de rehabilitación no se puede encontrar gente con este requerimiento. Obvio que mínimo pediremos que tengan un bachillerato”, aseguró Zúñiga.
Entre los antiguos, algunos apenas tienen la primaria o el bachillerato, aunque también hay abogados, ingenieros y otros. Se busca que sean profesionales en informática, psicología, derecho y más, debido a los diversos rangos como jefes de grupo, supervisores, etc.
Carlos L. espera también capacitarse más, porque quiere mantener su puesto de guía. Contó que del suelo mensual que promedia los USD 1 000 depende el sustento de su hogar.
Punto de vista
Ricardo Camacho
Experto en Derecho I. Humanitario
‘Un cuerpo civil debe controlar’
En la mayoría de países, el centro de rehabilitación está en manos de un cuerpo civil, con preparación técnica. Eso busca Ecuador y, aunque creo que el resultado con los primeros guías jóvenes no fue el mejor, hay que insistir.
Estoy convencido de que el tema de cárceles debe ser manejado por civiles.
Para eso, necesitarán especializarse mínimo un año en seguridad, derechos humanos, derecho, psicología, etc. Una materia básica es la ética, que hará que sea muy difícil tentarlos, sobre todo por los sobornos del crimen organizado.
Así también, un arma determinante del Estado ecuatoriano debe ser el polígrafo. Los nuevos guías deben pasar por este cada seis meses, como prueba de confiabilidad. Debe saber que es una carrera de futuro, con buenas prestaciones, seguro social y más. Así meditará antes de aceptar una coima. Dependerá mucho de la selección del personal.