Redacción Guayaquil
Los noveles músicos estaban sentados en primera fila. En sus manos tenían clarinetes, violines y violonchelos. Los hombres vestían terno y las mujeres, traje largo. Todos optaron por usar el negro.
Los presupuestos
Al año, el Centro requiere entre USD 100 000 y 120 000. El 30% lo provee el Programa Sinfonía por la Vida. Hay convenios con el Ministerio de Educación y la Gobernación por las presentaciones.
Por niño se paga de USD 1 a 4 por mes. Hay becados.
La importancia del programa exigía esa formalidad. Era la primera vez que 20 músicos de la Sinfónica Juvenil del Guasmo se presentaban como solistas. La cita fue en el auditorio de la Alianza Francesa, en Guayaquil.
Diez minutos después de la hora de la convocatoria, 19:00, las 100 butacas estaban ocupadas. Algunos de los asistentes tuvieron que permanecer de pie.
Jorge Layana, director Académico del Centro de Expresión Musical, abrió el acto diciendo que era una presentación especial. Esa noche, los alumnos que sobresalen entre los 53 miembros de la Sinfónica daban un gran paso en su formación.
Los hermanos Alison y Vicente Cuenca abrieron el programa con sus clarinetes. El Minueto de Johann Sebastian Bach y el Moderato de Alexander Goedicke fueron las piezas escogidas. Con el paso de los minutos, dejaron de lado los nervios. Un sonoro aplauso fue la respuesta.
El turno fue de Carmen Guamán, con Song without words, de Peter Tchaikosky, y Eduardo Loja, con Gavota de Francois Joseph Gossec. De nuevo, el público respondió con sus palmas.
A sus 14 años, Eduardo dice que va por buen camino y que este concierto fue una oportunidad para que lo vean. Su meta es ir al exterior. Se levanta a las 06:30, luego va a la escuela García Moreno, donde cursa el tercer año de básica. Vuelve a casa, come, descansa y, a las 14:45, va a practicar el clarinete en el Centro de Expresión, en el Guasmo.
En la segunda parte, Viviana Miranda, Samantha Villacís, Samuel Lizan y Claudia Delgado interpretaron con sus violonchelos a O. Reading, F. Melndelson.
En el grupo de los violines se destacaron Víctor Mejía, con Variaciones, de Charles Dancla, y Albita Layana, con el Esquema de ballet, de Charles Beriot. Ella fue una de las más aplaudidas de la noche, pero no estaba satisfecha. Había practicado y estudiado tanto, pero su interpretación no salió como quiso.
Marcelo Pepper, profesor de violín del Centro, cuenta que en la selección de los niños ven afinación, ritmo y sus partes físicas, como las manos. También es necesario el apoyo de los padres. A los 5 ó 6 años, el violín es como un juego. A los 8, 9 y 10 viene la afinación, la técnica y el trabajo en grupo. A los 15 y 16 se trabaja técnica e interpretación.
Jorge Layana agradeció a todos por asistir y dijo que quienes allí se presentaron han estado en el Centro entre tres y cinco años. El pénsum, que es de nueve años, fue hecho por lo mismos docentes, algunos formados en el exterior. La próxima meta es convertir al centro en un conservatorio.
El trabajo del Centro se reflejó en el prolongado aplauso que, al final, dio el público a los músicos y a sus profesores. Mientras, la felicidad de los padres se expresaba con besos y abrazos.
Punto de vista
Davit Harutyunyane/Orquesta Sinfónica de Guayaquil
‘Es algo exitoso’
Me parece que es un programa absolutamente exitoso, que ya tiene más de cinco años. Me quedé sorprendido al constatar las ganas que tienen los niños por aprender y por su calidad. Hay buenos resultados. Algunos, después de salir del centro, continuaron con sus carreras musicales en la universidad y han pasado a la Orquesta Sinfónica. Es necesario formalizar sus estudios. Pudiera ser con la creación del conservatorio, ello permitiría que los alumnos sean más responsables y también que se sistematice su educación.
Yo conozco a muchos profesores y sé que son excelentes músicos y enseñan a conciencia. El nivel o la calidad no tienen que ver con su entorno social ni con si se es rico o se es pobre. Si un ser humano está aprendiendo y es talentoso, logrará ser un buen músico.