LA EMERGENCIA SANITARIA

El presidente Rafael Correa anunció el sábado, en uno más de sus interminables enlaces sabatinos, que se declararía la emergencia en el sector Salud, ante una alta demanda de atención. Finalmente se declaró dicha emergencia en ocho hospitales.

Si los hospitales se muestran ahora saturados es porque la demanda ha crecido en función de las ofertas oficiales. Y está bien que la gente demande servicios, pero para ello se debía contar oportunamente con suficiente infraestructura, servicios especializados, personal y expertos en el manejo de equipos. Además, debería haber medicinas en relación a la demanda alentada.

El Gobierno es bien valorado, según las encuestas, por su labor en materia de salud, aunque es de rigor preguntarse si en estos años ha mejorado la atención de la salud pública y la agilidad para recibir y evacuar la demanda de los sectores más desprotegidos.

Si la respuesta es sí, entonces no se entendería que ciertos hospitales y centros de salud se vean saturados de pacientes y enfermos recostados en el suelo en espera de su tratamiento. Si la respuesta es no, ¿qué realidad entonces enfocan esas mencionadas encuestas? La única explicación es que se ha alentado e incrementado la demanda, pero no se la satisfecho.

Tampoco se entiende que se declare una emergencia sanitaria para reorientar recursos presupuestarios cuando apenas empieza el año. Si se sabía con anticipación de las carencias que ahora señala el Presidente, es inaudito que en el presupuesto 2011 que elaboró y presentó el Régimen no hayan tomado en cuenta la urgencia de esos dineros. Si no lo sabían, tamaña irresponsabilidad de las autoridades del ramo que apenas ahora hacen caer en cuenta de la penuria de salud al Presidente. Algo falló.

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