Augusto Monterroso leyó su cuento considerado el más pequeño del mundo: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí”. La gente del auditorio aplaudió encantada, sorprendida ante un objeto tan frágil y refulgente como una miniatura china. Temblando de envidia, un escritor, entre el público, le increpó: “¡Eso no es un cuento!, ¿cómo se le ocurre decir que es un cuento?”. Augusto pareció dudar un segundo, pero en seguida respondió con aplomo: “Tiene razón, señor, no es un cuento, es una novela”. Bajo el estruendo de las risas, el envidioso despertó; para su sorpresa, Augusto Monterroso todavía estaba ahí.
* Finalista en el concurso internacional Museo de la Palabra, de Madrid, España, entre 3 600 participantes de 45 países.