La desnutrición crónica infantil (DCI) es uno de los problemas más complejos que azota a nuestro país: 3 de cada 10 niños (el 27% de menores de 2 años) son afectados por esta situación. La mayor prevalencia está en las áreas rurales especialmente de la Sierra y de la Amazonía con mayor afectación de la niñez indígena en un 39%. Esta dura realidad sitúa al Ecuador como el segundo país de América Latina y del Caribe con peores índices después de Guatemala.
Los primeros 1 000 días en la vida de un niño, desde la gestación hasta los dos años, son críticos para prevenir la DCI. La Unicef ( Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia), señala que “el Ecuador ha llevado, desde 1993, 12 programas relacionados con la salud y la nutrición, pero la curva de la DCI casi no se ha movido. Entre 2014 y 2018 incluso incrementó de 24.8% a 27.2% en niños menores de dos años y a uno de cada cuatro menores de 5 años en el Ecuador”. Esta problemática afecta a la productividad del país y tiene múltiples causas: alimentación inadecuada o insuficiente, enfermedades continuas durante los primeros años de vida, escasez de agua potable, de higiene, entorno doméstico insalubre y falta de acceso a los centros de salud. Los niños afectados con esta desnutrición tienen dificultades de aprendizaje, problemas cognitivos, sobrepeso, crecimiento reducido y tendencia a desarrollar enfermedades metabólicas y cardiovasculares.
El Gobierno Nacional ha dispuesto la implementación de la estrategia Ecuador crece sin desnutrición y ha creado la Secretaría Técnica respectiva. Se han definido protocolos para los primeros 1000 días de vida y actores de la Sociedad Civil se han sumado activamente para apoyar la política pública de DCI en el país.
Se ha instalado la Mesa de Diálogo Nacional y se ha obtenido información de los modelos exitosos internacionales de combate a la desnutrición crónica Infantil. El rescate de la infancia en riesgo, debe ser considerada como una política de Estado que exige acciones urgentes.