La historia da cuenta que allí en los espacios donde ha existido recursos económicos, los pueblos han optado por una relativa continuidad política. Desde las épocas de la posguerra europea hasta los momentos actuales, en lo que queda de lo que fue la Unión Soviética se pueden observar que se construyeron liderazgos políticos fuertes, apoyados por las condiciones económicas que les acompañaban. Un ejemplo claro es la Rusia de Putin, que recién empezó a levantar cabeza, después del desplome de lo que en su momento era una verdadera potencia mundial, cuando los precios del gas y del petróleo se fueron a las nubes permitiéndole ejercer una mezcla de nacionalismo y populismo que le ha posibilitado permanecer por más de una década en el poder. América Latina no se quedó atrás. Quizá los ejemplos más representativos sean los protagonizados por Venezuela y Argentina, que también han gozado por largo tiempo de los altos precios de sus principales productos de exportación en el mercado mundial, lo que permitió a esos gobiernos inscritos en la nueva corriente populista, permanecer en el poder por casi todo el inicio del nuevo siglo y considerar que mantendrían el control por tiempo indefinido.
Sus propias políticas, desatinadas en la mayoría de los casos, han convertido a estos dos Estados latinoamericanos en lugares donde existen las más altas tasas de inflación de la región. Las consecuencias políticas de aquello han sido inevitables. Venezuela se halla inmersa en una crisis, en que la agitación social ya arroja un lamentable saldo que alcanza la treintena de muertes. En Argentina los sueños de reelección se han truncado y todo hace pensar que, en octubre del 2015, los electores instalarán en el poder a una persona que no será del gusto de la actual Mandataria.
En Ecuador, previo al actual momento, la época de mayor estabilidad política fue entre los años 40 y 50 que arrancó y coincidió con el auge del banano, cuando se sucedieron al hilo tres gobiernos constitucionales. En la actualidad al terminar este período el Mandatario en funciones, se convertirá en el Presidente que más años ha estado en forma continua en el poder, período que se ha caracterizado por ser época en que el Ecuador ha recibido la mayor cantidad de ingresos de toda su historia. Ningún Gobierno precedente recibió tantos recursos como los que se percibieron en la actualidad.
Hay que tener este asunto presente porque, a partir de allí, intentar construir una hegemonía que elimine cualquier tipo de disidencia, que unifique el discurso sin contrapunto de ninguna clase, raya en la utopía. Confundir la aceptación o aprobación de la gestión de un Gobierno con una adhesión similar a un acto de fe, conduciría a un error. Apuntalar un proyecto político que pretenda permanecer inconmovible en el tiempo, sustentado en circunstancias episódicas que dependen de la volatilidad del mercado mundial, se halla sujeto a la suerte de lo principal. Argentina y Venezuela, son la muestra fidedigna.