El arte en el 2012: récords y robos

El Grito. Una de las cuatro copias del cuadro más famoso del artista noruego Edvard Munch fue el que se vendió más caro.  Fotos: Archivo / EL COMERCIO

El Grito. Una de las cuatro copias del cuadro más famoso del artista noruego Edvard Munch fue el que se vendió más caro. Fotos: Archivo / EL COMERCIO

El 2012 volvió a dejar claro que en el mundo del arte no hay crisis: USD 78 millones se pagaron por un cuadro de Mark Rothko, 45 por uno de Roy Lichtenstein, 37 por una obra de Joan Miró, 42 por un bodegón de Picasso y 34 por un abstracto de Gerhard Richter. Pero el auténtico hit del año lo marcó la subasta en Nueva York de uno de los cuatro originales de El Grito, del noruego Edvard Munch, que según medios estadounidenses compró el millonario estadounidense Leon Black por casi USD 120 millones, en mayo.

A mediados de noviembre, Sotheby’s anunciaba en Nueva York la subasta más exitosa de su historia con casi USD 400 millones en ventas y solo un día después su rival Christie’s conseguía recaudar más de 425 millones en una sola noche, marcando un nuevo récord que coronaba un año en el que cambiaron de manos por precios de infarto obras de artistas como Paul Cézanne, Henri Matisse, Edward Hooper, Salvador Dalí, Rufino Tamayo o incluso del artista italiano renacentista Rafael.

Sin embargo, no todos fueron precios de vértigo: el negocio del año lo hizo una mujer que compró en un mercadillo de Virginia por USD 7 un cuadro que resultó ser un Renoir valorado en 100 000. Por ello, la preocupación que azotó el mundo del arte no fue precisamente la crisis, sino más bien la necesidad de proteger las obras y garantizar su origen legítimo, sobre todo después de sonadísimos robos como el de siete pinturas de Picasso, Gauguin, Mattise y Monet el pasado octubre en Rotterdam.

Y es que en lo que a robos respecta, 2012 ha sido agitado: enero comenzaba ya con el de un lienzo de Picasso y otro de Mondrian en la Galería Nacional de Atenas; en abril, la Policía serbia encontraba un cuadro de Cézanne robado en Zúrich cuatro años antes. Junio era testigo de una extraña devolución por correo de un cartel de Dalí . En julio, otra devolución la protagonizaba una pintura de Lichtenstein valorada en USD 4 millones, que tras 42 años apareció repentinamente en un depósito de Nueva York. Ese mismo mes, el FBI recuperaba en Miami un cuadro de Matisse robado en un museo venezolano 10 años antes.

Robos y también vandalismo, como el protagonizado por un grafitero que pintó en la esquina de un cuadro de Rothko en la Tate Modern londinense. Otro acto ‘vandálico’, aunque involuntario, que causó un gran revuelo mediático en agosto lo protagonizó la española Cecilia Giménez, una anciana que saltó a la fama al destrozar un Ecce Homo en la iglesia de Borja, en España, al intentar restaurarlo en silencio. La historia hizo correr ríos de tinta en clave de humor en los medios de todo el mundo y en las redes sociales.

2012 fue también un año de grandes exposiciones, como la dedicada a Picasso en el Gugenheim de Nueva York, con obras nunca antes vistas, o las de Henri Matisse y Salvador Dalí en el Centre Pompidou de París. La mayor exposición de Edward Hopper en Europa se vio en el madrileño Thyssen y después pasó al Grand Palais de París, museo que también inauguró una exposición dedicada a Gauguin. El polémico Damien Hirst fue el protagonista de una muestra en la Tate Modern de Londres, mientras el colombiano Fernando Botero centró una exposición en México en un año de homenajes por su 80 cumpleaños. Con la muestra de Munch en la capital mexicana llegó también por primera vez a Latinoamérica una muestra del artista noruego.

Pero además del arte moderno, el del Renacimiento fue también protagonista: el madrileño museo de El Prado sorprendía con el descubrimiento de la “hermana gemela” de la ‘Mona Lisa’, pintada por un discípulo de Leonardo Da Vinci, y poco después el Louvre parisino dedicaba una exposición en la que la mostraba.

Un 2012 que también deja aniversarios y pérdidas: este año se ha recordado el centenario del nacimiento de Jackson Pollock, 125 aniversario del de Marc Chagall y el 150 de Gustav Klimt; el alemán Gerhard Richter y el colombiano Fernando Botero han cumplido 80 años, y también el Guernica cumplía 75, al tiempo que se recordaba el décimo aniversario de la muerte del surrealista chileno Roberto Matta y del escultor vasco Eduardo Chillida.

Pero el 6 de febrero el mundo perdía a uno de los máximos exponentes del informalismo y uno de los grandes del arte español: fallecía Antoni Tàpies a los 88 años, dejando un legado artístico caracterizado por una enorme sensibilidad expresada a través de la experimentación y la materia. También fallecía en 2012 el escultor colombiano Édgar Negret a los 92 años. Y el mundo del arte se quedaba sin uno de sus principales símbolos del carácter alternativo y bohemio de Berlín con el desalojo del centro de arte ‘Okupa’ Tacheles.

Y el 2012 no se podía cerrar sin polémicas. Las más sonadas, la compra de un coleccionista por más de USD 2 millones de una instalación consistente en una guillotina que iba a utilizarse para decapitar una cabra -aunque finalmente no tuvo lugar por el indulto de los internautas al animal- o la muestra de un cuadro que mostraba los genitales al aire del presidente sudafricano Jacob Zuma, que volvieron a abrir los debates de hasta dónde puede llegar el arte y si todo vale.

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