En la céntrica Plaza Caracas de la ciudad del mismo nombre, en la década de los 60, el maestro Oswaldo hizo un bello mural. El día de hoy está abandonado, su color es opaco y la mugre lo ha cubierto; no queda ni el recuerdo del brillo que algún día tendría, el piso a su alrededor está roto y decrépito…. Qué diferencia con el mural de Guayasamín que brilla en el aeropuerto madrileño de Barajas. ¿Será que alguna autoridad ecuatoriana diplomática o cultural en Venezuela puede dolerse? Hace pocos días envié un e-mail a la Embajada Ecuatoriana, espero alguna respuesta. Agua y jabón por lo menos ayudarían mucho, además una placa para que el público sepa quién fue Guayasamín y el nombre de la obra (que alguien lo sabrá) y alguna defensa para que los informales y la gente no se apoyen sobre él.