La contracción de la economía ecuatoriana en el 2020, que fue cuantificada ayer en 7,8% por el Banco Central, muestra el impacto de la pandemia en la producción nacional y en las finanzas públicas, las cuales registraron más gastos en salud y menos ingresos petroleros y tributarios.
Desde el tercer trimestre del 2020, cuando concluyó el estado de excepción en el país, los negocios comenzaron a retomar parcialmente sus operaciones, lo cual se reflejó en las recaudaciones de tributos, sobre todo del impuesto al valor agregado (IVA), que es un indicador de cómo van las ventas de las empresas y, por ende, del consumo de la población.
Al cierre del primer trimestre del 2021, los ingresos tributarios muestran que el aparato productivo del país aún continúa convaleciente.
En números gruesos, el Fisco recaudó USD 3 248 millones en impuestos entre enero y marzo del presente año, un 7% menos respecto de igual período del año pasado, cuando aún no se percibía el impacto de la pandemia en la economía nacional.
Las recaudaciones por IVA son el primer rubro de ingresos fiscales, seguidos del impuesto a la renta. En el primer trimestre de este año se recaudó 8% menos por IVA, lo cual evidencia que las ventas de las empresas aún se mantienen débiles. Y son un reflejo del menor consumo de la población, afectada por el desempleo y reducciones de salarios.
Los consumidores pagan IVA en la compra de productos nacionales e importados. Los datos del Servicio de Rentas Internas muestran que la recaudación de IVA en operaciones internas, que refleja la operación de las empresas en el país, cayó 12%.
Para revertir esta situación se necesita reactivar la economía, lo que dependerá de un plan acelerado de vacunación -que no ha funcionado-, pero también de una inyección de recursos externos.
El primer trimestre de este año se ha caracterizado por la falta de financiamiento internacional y mínimos ingresos por la venta de petróleo. Es decir, la caja fiscal ha dependido de la recaudación de impuestos, insuficiente para reactivar la economía.