La temporada invernal golpea con particular rigor a la Costa. Las provincias de Guayas y Esmeraldas sufren los estragos de las lluvias.
El invierno, que en nuestro país es sinónimo de temporada de fuertes lluvias, se manifiesta con rigor en estos últimos días. Los datos recogidos por el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología señalan que cada invierno es distinto al anterior. Este, según los expertos, se caracteriza por lluvias concentradas en pocos días, con un alto nivel de pluviosidad pero descargado en pocas horas, lo cual comporta la saturación de los suelos y la difícil circulación de las aguas por sus cauces naturales.
En esta ocasión las fuertes lluvias se han sentido especialmente en varias provincias de la Costa, y con especial énfasis en Guayas y Esmeraldas. Además, las tormentas eléctricas y fuertes aguaceros sacuden a la Sierra. El agua se evapora, se forman nubes, rompen con fuerza y tras las tormentas vienen algunos días de sol que vuelven a hacer repetir el proceso.
Las lluvias han provocado deslaves, muertes fatales que todos lamentamos y acciones complicadas de rescate de las víctimas. La pérdida de bienes materiales (casas, enseres, electrodomésticos, muebles, etc.) viene aparejada con la destrucción de los cultivos y la muerte de bestias de carga o animales de pastoreo.
Una vez más la reacción de emergencia demanda ser oportuna, y la solidaridad una obligación moral del Estado y los ciudadanos. Una manifestación natural tan dura vuelve a poner sobre el tapete la preparación oficial y la siempre necesaria respuesta oportuna.