Jessenia Vallejo lucha contra el cáncer y también apoya al grupo Valientes Guerreras. Foto: Roberto Peñafiel / Chic!
A Jessenia Vallejo le extirparon el seno hace dos semanas. Cuando llega a Solca, otros pacientes le preguntan si de verdad está luchando contra el cáncer. El turbante rojo y la blusa impecable, que vistió en su más reciente visita al hospital, la iluminaban. Las cejas definidas y gruesas enmarcan su rostro. Sus labios rosados no dejan de sonreír y agradecer por el presente.
Ella llegó para unirse al grupo de voluntarias Valientes Guerreras, que ofrece cursos de automaquillaje oncológico cada mes. Esta organización nació hace medio año, cuando Sandy Cisneros le ganó la pelea al cáncer. Durante su tratamiento, una amiga maquilladora le enseñó técnicas y trucos para disimular los efectos colaterales de la quimioterapia, como la caída de cejas y pestañas, la piel sensible o la palidez.
Dibujarse las cejas, ponerse pestañas y aplicar color en las mejillas y en los labios son más que expresiones de su feminidad. Cisneros encontró en el maquillaje un momento para sí misma, para mimarse y para crear una imagen que no se relacione con la enfermedad.
“Ese espacio era tan especial, que quise regalarlo a otras mujeres”, cuenta. Hizo un curso de maquilladora profesional y ya tiene el carné de artesana.
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El grupo se formó con seis mujeres que pertenecen a la iglesia cristiana Taller del Cielo y otras cinco voluntarias. Todas tienen formación en diferentes ramas relacionadas a la belleza: asesoría de imagen, cosmetología o maquillaje.
Este tipo de talleres funciona como una herramienta terapéutica. Así lo explica Daniela Moreira, psicóloga clínica. “Cuando te ves y tu imagen es favorable, el cerebro lo traduce en pensamientos de bienestar y de salud. Eso después tiene un impacto en el ánimo y en lo espiritual”, dice.
En estas sesiones también se dan otros momentos que contribuyen al alivio. La identificación tiene un impacto positivo. Moreira dice que saber que hay más personas atravesando por un problema similar y conocer cómo lidian con la situación, genera una comunidad de apoyo para salir adelante.
Cisneros lo confirma. “Cada mujer está en procesos distintos, pero te da aliento cuando compartes con alguien que sí ha estado en tus zapatos”.
Las asistentes siguen las instrucciones de las talleristas para aprender a limpiar su piel antes de maquillarla. Foto: Roberto Peñafiel / Chic!
Aunque se trata de una iniciativa particular, Solca ha abierto sus puertas y le ha asignado un espacio a Valientes Guerreras para que cada mes monte el estudio de maquillaje junto al auditorio. Además, empresas privadas se han sumado a este proyecto.
Mush, una cadena de tiendas de maquillaje, entrega al grupo productos profesionales para usar en el taller y también hace un obsequio de un kit básico para cada asistente. El curso tiene capacidad para aproximadamente 15 personas.
Durante tres horas, las asistentes aprenden cómo preparar su piel para el maquillaje, escoger la base, crear contornos, pegar pestañas postizas, maquillar las cejas, entre otros.
Vallejo, a quien en octubre le diagnosticaron cáncer en etapa 4, aparentemente terminal, dice que tener estas herramientas le ayudó a enfrentar con otra actitud la enfermedad. “Dios me tiene bien, por mis hijos y mi esposo, que está joven y merece ser feliz junto a mí todavía”.