La riña juvenil es la punta del iceberg. Nayón es un sueño, sus flores y aire puro alegran la vida. En sus calles el sueño se desvanece, veredas con suciedad canina y humana; vías que se cierran de sorpresa impidiendo el tránsito, la causa: fiestas, velorios, pases del Niño, autos mal parqueados, etc. Y qué decir del alcohol expendido de lunes a lunes sin discriminar ley, edad o género, convirtiendo en cantina a cualquier tienda y esquina. El parque decorado con beodos, y sus hijos quienes los llevan a casa a pasar el chuchaqui. Esos niños que hasta medianoche juegan en las calles sin el cuidado de un adulto. Hijos menores que se distraen pintando con aerosol rúbricas en las paredes ajenas. Jóvenes quienes lamentablemente estuvieron en la gresca. Las fiestas ya llegan, y el problema se triplicará. Nayón se sigue poblando, por qué será, la respuesta es simple, al igual que las autoridades soñamos que vivimos en un hermoso jardín de Quito.