Me sorprendió sobremanera Eduardo Cabrera, un gran amigo familiar. A los 96 años cumplidos y festejándolo al despedirme en su hogar, me susurró en el oído, cuándo nos volveremos a ver. La verdad es que me conmovió y lo único que se me ocurrió en ese instante fue responder en cualquier momento, pues nunca me imaginé que recibiría palabras más elocuentes de quien admiré desde la niñez. Así no sabríamos el día exacto de su propia partida, siendo agradecidos con la vida. Pasarán los años.