En los últimos cinco meses, el Gobierno ha venido trabajando en la preparación de los documentos que respaldarán las operaciones financieras que Ecuador quiere concretar con China, durante el viaje oficial que cumplirá el Jefe de Estado en tierras asiáticas.
El objetivo es alcanzar un acuerdo con el banco CDB. “No hay que satanizar el acceso a financiamiento con China”, ha sido una frase recurrente durante el último semestre, en momentos en los que Finanzas debe atender como sea las cuentas de diciembre.
Aunque a inicios de la actual administración se quiso marcar distancia del financiamiento chino, las necesidades de recursos para cubrir el elevado gasto público obligan a recurrir nuevamente al dragón asiático.
China se convirtió en una alternativa de financiamiento a partir del 2009, tras la decisión de Ecuador de no pagar una parte de su deuda que consideró ilegítima, lo que ocasionó el cierre de las puertas del mercado externo de capitales al país. Así, a lo largo de la última década, esta nación se convirtió en el principal acreedor del Estado. Además, ha atado la concesión de préstamos a la venta de petróleo y a la participación de firmas chinas como ejecutoras de proyectos.
El objetivo de la misión ecuatoriana ahora es conseguir recursos en mejores condiciones que las obtenidas en estos años; es decir, con tasas de interés más bajas y a plazos más largos. Lo otro sería abortar la misión y pedir un turno con el Fondo Monetario en el 2019.
Sin embargo, en la visita oficial no solo constan asuntos financieros para tratar. En la agenda hay temas sensibles y que podrían frenar un final feliz: los problemas con Sinohydro, por la construcción de la central hidroeléctrica Coca-Codo; los incumplimientos ambientales de la firma Ecuacorriente en el proyecto minero Mirador y la situación de la empresa Raylwy, en el incumplimiento de la edificación de 200 escuelas del Milenio.
Esto será clave en las negociaciones con los chinos, sobre todo si también serán un salvavidas financiero para el Presupuesto 2019.