En medio de la intimidad que genera estar dentro del mismo auto en plena lluvia, Richard Linklater coloca a una madre y a una hija cantando Cyndi Lauper a todo pulmón. La primera se lanza a hacer los coros, como cuando la autenticidad fluye instintivamente por las cuerdas vocales. Nosotros solamente estamos autorizados a mirar la escena desde fuera, a través de las gotas que se deslizan por el vidrio; de todas maneras no nos atreveríamos a romper el hechizo. “If you fall, I will catch you, I’ll be waiting time after time”. Y esa seguridad que ofrece el texto, ese sostén ante el vacío, esta vez funciona no solo en dirección adulta-adolescente –que suele ser lo habitual– sino sobre todo a la inversa. Bernadette, la madre, es una célebre arquitecta que lleva una década de bloqueo creativo con problemas de sociabilidad. Todo empezó cuando se mudó de Los Ángeles a Seattle tras un trauma laboral y, por varias razones, se dedicó a odiar a la ciudad y a su gente con un exquisito cinismo que solo Cate Blanchett puede convertir en algo agradable. Linklater consigue el tono perfecto de comedia para observar a esta mujer en crisis, deteniéndose especialmente en ese refugio que ha construido con su hija; un lugar que, quién sabe, tal vez le devuelva la capacidad de creación y la comunicación con los demás.