Editor deportivo
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La Selección Mayor ha contado con licencias para hacer lo que le ha convenido a través de la historia. Sus integrantes las han utilizado en su mayoría para sus intereses, aupados por los dirigentes de turno, que otorgaron esa potestad a cambio de resultados.
Eso quedó en evidencia tras el fracaso de la Copa América de Brasil, donde también salió a la luz la estructura con que ha operado la Selección en las últimas décadas.
La actual dirigencia de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) está en la obligación de incorporar un reglamento, regular la tabla de viáticos y premios, endurecer las sanciones por indisciplina y respaldarse en ejemplos de países más desarrollados, en los que el dinero pasa a ser secundario. Es el único camino para enrumbar y corregir lo que anteriormente se creía que era normal e indispensable, trasgrediendo principios de ética y de moralidad solo por satisfacer a grupos de futbolistas, que han llegado a la Selección en distintas épocas.
Ese es el camino adecuado para sacar a la Tri de la crisis institucional en la que cayó, por la desacertada administración de sus anteriores dirigentes y de algunos técnicos que respaldaron ese procedimiento. Es necesario; de lo contrario se repetirán las historias de premios, viáticos e indisciplina.