Un punto clave en dolarización es atraer dólares para alimentar la liquidez de la economía. Una vía es la inversión extranjera directa; es decir, capital para la apertura de empresas, compra de compañías, reinversión de utilidades o inyección de capital a las filiales.
Pero en Ecuador los capitales que han llegado se concentran fuertemente en sectores como petróleo y desde el año pasado en minería. Entre 2003 y 2004 hubo una inversión directa para el Oleoducto de Crudo Pesados y en el 2015 para el campo petrolero Auca. El 2018 llegaron USD 1 401 millones, la cifra más alta en dolarización, pero más de la mitad se explica por los sectores extractivos, especialmente por la minería a gran escala que se desarrolla en el país.
La cifra es mucho menor a la que captan países vecinos como Colombia, que atrajo USD 8 679 millones el 2018 o Perú que esperaba una cifra similar. En economías rentistas como la ecuatoriana los sectores petroleros y mineros suelen convertirse en áreas de “enclave”; es decir, que atraen gran inversión, pero son generadores de poca mano de obra. Además, esto hace que se descuiden las inversiones en otras áreas.
Si bien el año pasado también aumentaron los capitales que llegaron del exterior a los sectores de comercio y de servicios a las empresas, el crecimiento fue modesto.
Las principales barreras para el ingreso de capitales son el impuesto a la salida de divisas y cambios en las reglas de juego como la renegociación de los contratos petroleros en el 2010. El FMI apunta a que los niveles de inversión extranjera llegarán a USD 1 451 millones en promedio anual entre 2019 y 2021.
El monto es mayor al promedio de los últimos años, pero aún es insuficiente para inyectar la liquidez que requiere la economía, en momentos en que el Gobierno anunció un recorte del gasto. En la década pasada la deuda pública permitió compensar la falta de dólares, pero eso llevó a desequilibrios fiscales. Activar la economía desde el lado privado es un mejor camino, pero el avance aún es lento.