El dilema en Bielorrusia, luego de unas elecciones en que las que el Presidente Aleksandr Lukashenko lo controla todo, es la capacidad de movilización y resistencia de la oposición.
Para quien se paró al frente y retó políticamente al Gobierno, Svetlana Tijanóvskaya, no hay otro camino que resistir hasta el final. Con el rostro marcado por su convicción, según la foto que acompaña su entrevista en BBC Mundo, la posibilidad de los bielorrusos de luchar por la libertad no tiene otro camino. Tijanóvskaya, lo tiene claro, de lo contrario la condena es la esclavitud.
Bielorrusia tiene un líder que funge de pseudo demócrata, porque gana elecciones consecutivas hace 26 años. En ese tiempo la oposición ha imputado las elecciones.
En esta vez la oposición abrigaba esperanzas de derrotar al caudillo en las urnas. Las tensiones económicas se agravaron, como en todas partes, por la pandemia.
Lukashenko se formó como historiador en tiempos de la Unión Soviética y fue parte de sus tropas. Ahora cuenta con un apoyo en geopolítica sine qua non en esa zona. Vladimir Putin y el poder ruso que se apresuró a reconocer el resultado electoral. Es probable que el líder soviético, que fue el jefe de la KGB soviética, siga teniendo en Bielorrusia una poderosa red de inteligencia.
Esa red le habría dado cuenta de las protestas populares. Esa misma red habrá apuntado que al más puro estilo populista Lukashenko se llevó sus propios partidarios en autobuses pagados por el Estado, para levantar un festejo de la victoria. Una demostración de poder y convicción de no ceder.
En Ecuador todavía nos preguntamos las razones de esa visión geopolítica que llevaron al aprendiz de tirano de estas tierras a tener una relación diplomática con un país que apenas tiene algo que ver. Hubo embajada y llegaron aviones presidenciales de cuyas bitácoras todavía nos debe una investigación a la justicia.
La Palabra de Tijanóvskaya, es una lección de pundonor. ‘Resisitir hasta el final para no ser esclavos’.