Víctima de asalto en taxi en Quito: ‘Dos hombres salieron de la quebrada; uno me apuñaló’

Un delincuente apuñaló en las palmas de las manos a Geraldine (nombre protegido) cuando ella intentó defenderse. Foto: Cortesía

Un delincuente apuñaló en las palmas de las manos a Geraldine (nombre protegido) cuando ella intentó defenderse. Foto: Cortesía

Un delincuente apuñaló en las palmas de las manos a Geraldine (nombre protegido) cuando ella intentó defenderse. Foto: Cortesía

Geraldine (nombre protegido) tiene 42 años y sufrió un asalto a las 21:00 del 16 de diciembre del 2019. Ocurrió mientras se movilizaba en un taxi por la avenida José María Velasco Ibarra, a la altura del segundo semáforo ubicado más arriba del parqueadero del Ministerio de Defensa, al suroriente de la capital.

Un delincuente le apuñaló en las palmas de las manos cuando ella intentó defenderse. Han transcurrido casi 10 meses de ese incidente y ella todavía se recupera de las heridas. No puede realizar sus actividades cotidianas con normalidad.

A continuación su testimonio:

“Mi hija pertenece al coro de la iglesia y nos fuimos a la parroquia de Conocoto porque participó en la grabación de un CD con villancicos. La sesión se demoró y entrando la noche regresamos a Quito en bus.

Nos bajamos en la estación del playón de La Marín y allí tomamos un taxi con dirección a mi casa ubicada en el sector de La Michelena, al sur de la ciudad. El chofer nos llevó por la calle Piedra hasta llegar al semáforo ubicado junto a una quebrada, frente a un paso deprimido. En el trayecto, mi hija de 11 años y yo pusimos seguros en las puertas posteriores del auto, pero en la del copiloto no fue así.

Cuando el vehículo paró por la luz roja del semáforo, dos hombres salieron de la quebrada y trataron de ingresar al carro. No pudieron hacerlo por la parte posterior y abrieron la puerta delantera. Uno de los delincuentes ingresó medio cuerpo y trató de apuñalar al taxista. Mi hija gritaba con desesperación. Yo comencé a golpearle con mi cartera en la cara y el delincuente tomó el celular del chofer que cargaba sobre el tablero del carro.

El otro quiso ingresar por la otra puerta en la que se encontraba mi hija, pero no pudo abrirla. Empujé a mi niña a la izquierda del asiento y arrojé mi celular al piso. En medio de los forcejeos y por tratar de defenderme, el delincuente me apuñaló en las palmas de las dos manos.

En esos momentos me percaté que llegó otro taxi del cual se bajó un señor y con un palo le golpeó en la espalda al delincuente que me apuñaló. El otro ladrón quiso agredir al señor, pero alcanzó a escapar en su auto.

Al final, los asaltantes huyeron por la misma quebrada y se llevaron mi bolso con USD 30. Yo sangraba mucho las manos y las tapaba con un periódico para que mi hija no se asustara. El taxista me llevó a mi casa y mi esposo luego me trasladó hasta un centro asistencial.

Los médicos me dijeron que por suerte no me destruyeron los tendones. El cuchillo pasó cerca de una arteria, pero no me desangré.

La recuperación ha sido difícil y estuve en rehabilitación por varios meses. No podía mover las manos y con ello me costaba hacer las cosas por mi cuenta. No podía bañarme, comer, ni cambiarme de ropa. Mi esposo me ayudaba en esas actividades y era difícil.

Hasta ahora tengo fuertes dolores, más cuando mis manos tocan agua fría. No puedo hacer actividades que me demanden mucha fuerza porque el malestar se incrementa. Pese a que han pasado casi 10 meses, las secuelas físicas y psicológicas de ese asalto persisten”.

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