Un informe señala que desde las faldas del Sangay -donde nace el río Volcán- hasta la confluencia con el río Upano había unos 20 millones de metros cúbicos de material de arrastre como piedras, lahares, palizadas. Foto: cortesía Municipio de Morona
Este martes 22 de septiembre del 2020 se reunirá la mesa técnica del COE de Morona para evaluar la situación de los ríos Upano y Volcán, por la erupción del Sangay. Hay preocupación en las autoridades de la provincia.
La tarde de este lunes 21 de septiembre se presentó el último informe técnico del Municipio sobre las condiciones físicas de los dos afluentes y las modificaciones que han sufrido a lo largo de estos 16 meses de su reactivación eruptiva.
El informe señala que, hasta diciembre de 2019, dentro de los 25 kilómetros de distancia, desde las faldas del Sangay -donde nace el río Volcán- hasta la confluencia con el Upano había unos 20 millones de metros cúbicos de material de arrastre como piedras, lahares, palizadas y otros.
Pero a la fecha suman 50 millones de metros cúbicos de material de arrastre, a lo largo de los 40 kilómetros de distancia, entre el nacimiento de río Volcán y el puente del río Upano, ubicado a 500 metros de la ciudad de Macas.
En la confluencia de los dos ríos, se formó una laguna, que tendría 2,7 millones de metros cúbicos de materiales acumulados, derivados de las explosiones.
Por eso, esta confluencia está parcialmente represada por los lahares provenientes del flanco suroriental de esta nueva fase eruptiva. Ese material mantiene represado las tres cuartas partes de las aguas del río Upano, formando un embalse hacia aguas arriba.
El cauce del Upano, al ser sinuoso, presenta grandes bancos de arrastre de áridos y pétreos con extensiones superiores a las dos y cinco hectáreas, en sitios específicos; y con espesores mayores a tres metros generando que el río modifique su cauce y que en estos días tenga poca agua.
Asimismo, gran parte de la cobertura vegetal que estaba presente en el lecho del Upano ha sido removida bruscamente, por acción del agua en las máximas crecidas evidenciadas en los meses de abril, junio y agosto, principalmente.
El bosque de arrayanes (especie de árboles) ubicado en la misma zona de confluencia de los dos afluentes, hacia el sur, ha desaparecido en su gran mayoría. Unos pocos que han resistido a los embates de las crecidas han quedado cubiertos en sus tres cuartas partes. El promedio de altura de un arrayan es de 15 a 20 metros.
Finalmente, las alteraciones que sufren las aguas de los ríos, producto de la gran cantidad de ceniza y material volcánico está afectando directamente a la ecología, principalmente a los peces, explicó el alcalde de Morona, Franklin Galarza.
La situación preocupa a las autoridades de Morona y por eso, estos temas serán conocidos y analizados en la reunión del COE de mañana.